La
Santa Inquisición, se estableció en el siglo XII por
el Papa Inocencio III ex profeso, para perseguir a los herejes, con especial
interés por los albigenses, previa bula en 1184 del Papa Lucio III, “Ad abolendam”. Ahí se fraguó le cruzada criminal que se
extendió por varios países, inundándolos de terror. Sin olvidar que en 1308 el
Papa Clemente V, mandó detener en los reinos de Castilla y Aragón a los
Caballeros Templarios. Cualquier pretexto valía para condenar a alguien, que no
fuera de su agrado y conminaba a los ciudadanos a que se denunciaran entre sí.
Era la autoridad suprema que hacía y deshacía a su antojo, cometiendo abusos de
toda índole, excomulgando, aprobando y denegando bulas. Fue el artífice de
asesinar en 300 años a miles de personas solo en España y si añadimos el resto
de los países, donde dejó la huella de sus atroces actos, entre ejecuciones,
ajusticiamientos por torturas que acababan en muerte, penas cumplidas en
galeras etc, el número sería millonario. Algunos de ellos ajusticiados en las
hogueras, en modalidad de “estatua” ya bien por ser fugitivos o estar ya
fallecidos, pero igualmente se les tenía que aplicar la pena, que en el caso de
los ya enterrados, se ordenaba exhumar y quemar sus restos. Lejos de ser un
tribunal orientador, como muchos pretenden hacer creer, no se vio ni un atisbo
de tal vocación, pues es notorio que no orientaron a nadie, salvo a las
hogueras, no sin antes ablandar sus cuerpos en los potros y diversos artilugios
de tortura fabricados para tal menester, por mentes depravadas, con el único
objeto de proferir los más elevados sufrimientos. No menos depravados son los
manuales redactados para contemplar, las disciplinas y procedimientos de
interrogatorios a los reos y en el caso de los procesos contra personas
acusadas de brujería, el célebre manual escrito por dos inquisidores dominicos,
Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, el “MALLEUS MALEFICARUM”, el martillo de las
brujas (enlace de descarga al final del articulo), tampoco se salvaban del
ajusticiamiento los libros que consideraban contrarios, ofensivos, susceptibles
de herejía y para ello redactaron un índice de los libros que debían ser
retirados o destruidos el “INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM”(enlace de descarga al
final del articulo), son de consideración los tratados de los inquisidores
dominicos como, Raimundo de Peñafort (Decretales, Barchinonae,
1234.), Bernardo Gui (Practica seu
tractatus Officii inquisitionis, Tolosae, c. 1307-1323.) y Nicolás
Eymeric (Directorum Inquisitorum, Aviñon,
c. 1376.). La Inquisición o llamada
también, tribunal del Santo Oficio, se implantó en España, compuesto por
algunos Franciscanos y especialmente nutrido por la orden de los Dominicos, en
el reino de Aragón, extendiéndose más tarde por diversos países y continentes,
estableciendo las inquisiciones americana, portuguesa y romana.
La inquisición
española estuvo instaurada en la
Corona de Aragón bajo la dirección de S. Raimundo de
Peñafort, que más tarde al anexionarse con la Corona de Castilla, en el reinado de los Reyes
Católicos, se institucionalizó en Sevilla a cargo del dominico Fray Tomás de
Torquemada en 1483, nombrándolo primer inquisidor general. Durante los años que
duró su ministerio hasta su muerte en 1498, el saldo de víctimas que tuvo en su
haber fue de, 10.220 personas vivas quemadas, 6.860 quemadas muertas y 97.321
persona a las que arruinó la vida y a sus familias, confiscando sus bienes,
quemando libros, pinturas, esculturas etc.
Resulta contradictorio que Torquemada,
consciente de haberse granjeado muchos enemigos, se hiciera proteger, a parte
de un elevado número de personas, de un asta de unicornio que según él, tenía
la virtud de inutilizar el poder de los venenos. ¿No sería esto motivo
suficiente para Torquemada, para acusar a cualquier persona de brujería y
quemarlo en la hoguera? Era obvio el odio del pueblo español hacia los
inquisidores, cuya justicia popular hizo que perecieran algunos de ellos
acuchillados a los pies de los altares, encabezando esa lista el Dominico Pedro
de Pladis, no sin antes llevar el honor de ser el primero en morir, el 15 de
Enero de 1208, en Francia Pierre de Castelnau, legado pontificio de la
orden del Cister.
La
Inquisición, no solo persiguió al pueblo llano si no a
cualquier persona de toda clase y condición, fueran nobles, clérigos o
literatos, matemáticos o artistas, que consideraban contrarios a sus intereses.
Los delitos eran variados, como la blasfemia, herejía, ser judío, poligamia,
homosexualidad, brujería, etc. Valiéndose de la esperanza y el temor de las
gentes, fundamentos y pilares para le gestación de cualquier religión,
acrecentaron hasta límites insostenibles los miedos, al azotar con su
psicopatía, las almas de los que se supone, habían de guiar. Dando una visión
de un Dios sanguinario y déspota, no viendo ningún resquicio de benevolencia,
disfrazando como tal, la purificación de las almas por el fuego. Ahogando la
verdad, el conocimiento y la libertad, para mantener una masa ingente de seres
humanos, sumidos en la ignorancia y el terror, se llega a la fácil conclusión
que, los componentes de esa fragua de psicópatas asesinos en serie, eran los
verdaderos herejes y haber sido juzgados por genocidio.
La biografía de esta lacra de la humanidad es
extensísima e imposible de abarcar en un escueto espacio de explicaciones, se
intentará no obstante de encumbrar los hechos más relevantes de la historia, si
bien es cierto que una imagen vale más que mil palabras, la voluntaria ausencia
de prosa, será sustituida por pruebas documentales, que serán de mayor rigor y
respaldo a lo que aquí se expresa.
La primera contradicción de esta institución criminal,
la refleja su propio escudo. En él vemos reflejados a ambos lados de una cruz,
de madera verde que no se consume por el fuego, significa esperanza y salvación
eterna para los herejes, así como la advertencia de que, esos mismos herejes,
no habrían de destruir jamás a la iglesia. Una rama de olivo a la izquierda,
como símbolo de paz y una espada a la derecha, como símbolo de justicia, todo
ello con un fondo negro que hace patente el cínico luto de la iglesia católica
por los herejes y rodeado de la leyenda en latín “Exurge , Domine, judica, causam, tuam” ( Álzate, oh Dios, a defender tu causa ) del salmo 73 v. 22. Debieron olvidar este
evangelio de S. Juan que reza así en el Cap.
III.V. 17.) “Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él”.
El pueblo también
se defendía ante tales injusticias, tejiendo una historia que se negaba a
perecer bajo el yugo de los inquisidores y sus sentencias. En Parma se sublevó
la ciudadanía, en 1279 ante la barbarie de las ejecuciones en la hoguera de
tanta gente y liberó a una mujer que iba a ser ajusticiada, acto seguido
irrumpieron en el convento de los Dominicos, saqueándolo y apaleando a los
frailes, expulsándolos de la ciudad. En Zaragoza se alzaron en armas por mucho
tiempo, en 1485 cuando los Reyes Católicos establecieron la Inquisición por orden
de Torquemada. Sucedieron las mismas sublevaciones contra el Santo oficio, en
ciudades como Valencia, Sevilla, Mallorca, en Córdoba se sublevaron contra el
inquisidor llamado Lucero, a causa de la crueldad con la que perseguía a los
judíos conversos. Comandados por el marqués de Priego, libertaron a los judíos.
Dicen las crónicas que el inquisidor Lucero cantaba una especie de estribillo
que decía “Dámele judío, y dártele he quemado”.
Las sospechas sobre un reo se
dividían en: Leves, vehementes y vehementísimas o violentas. Dependiendo de
cada una, así se aplicaban las penas. Excomulgación, cárcel perpetua, escarnio
público mediante la puesta de hábito y capirote, que en España se llamó San
Benito, tortura, confiscación de sus bienes, privación de honores y dignidades,
muerte por decapitación y posterior incineración, muerte en la hoguera vivo. En
las celebraciones de los autos de fe, se hacía el pertinente aviso en toda la
comarca, para que asistieran al acto. Se preparaba un tablado en la plaza y se
procedía a leer la relación de crímenes a los acusados, que dependiendo si
habían manifestado arrepentimiento o no, eran entregados al brazo secular, o
sea a las autoridades civiles para ser quemados vivos o puestos a disposición
del verdugo, que lo decapitaba y posteriormente se arrojaba su cadáver a la
hoguera. Es soberanamente cínico e hipócrita que los inquisidores pusieran una
cláusula, rogando a los jueces civiles, no imponer la pena capital, cuando es
sobradamente manifiesto que se limitaban a ejecutar las ordenes de la
inquisición, pero el Santo oficio hacía recaer la responsabilidad, sobre las
autoridades civiles y que, en caso de negativa del juez a quitar la vida a un
reo, se le abría proceso de sospechoso de herejía. Es de obligada mención el
escalofriante dato de que en los arzobispados de Sevilla y Cádiz, solo en el
año de 1481, fueron quemados en persona 2000 judaizantes y en estatua otros
tantos, además de 17 mil penitenciados. Entre los ajusticiados había muchos
ricos, cuyos bienes fueron confiscados. Las ejecuciones eran tan numerosas que
el gobernador de Sevilla, mandó construir en el campo llamado la Tablada, un cadalso
permanente que se llamó Quemadero, que permaneció en pie hasta el año 1810,
construyéndose en su lugar, la batería de defensa contra los franceses.
Mencionar así mismo el proceso de
Logroño en 1610, en el que se juzgó el caso de las brujas de Zugarramurdi, en
una colaboración entre España y Francia,
para combatir a los brujos. En Burdeos el juez Pedro de Lancre, condenó a la
hoguera a 700 brujos del Labourd francés, en España en Logroño, en los días 7 y
8 de Noviembre de 1610, se condenó a los brujos y brujas de Navarra y el día 11 a las brujas de
Zugarramurdi, 5 quemados en estatua y 6 en persona, al día siguiente fueron
ajusticiadas 42 personas por diversos delitos.
Para extraer confesión a los reos,
es sobradamente conocido el procedimiento por el cual obtenían las confesiones,
las torturas. Un catálogo refinadamente siniestro de vejaciones y sufrimientos
proferidos contra las víctimas. Estaba prohibido dar más de un tormento a un
reo, sin otro fin que conseguir que llegaran vivos a la hoguera, pero los más
sanguinarios inquisidores, acudían a la treta lingüística para denominar
suspensión a la tortura que ya hablan aplicado, dando a entender que no se había
llevado a cabo y se reanudaría en otro plazo. Daban las instrucciones pertinentes,
para que ningún reo torturado, pereciese en dicho acto, para poder seguir infringiéndole
el tormento, en cuanto se repusiera. Pero muchos morían ante el insufrible
dolor y las enormes heridas e infecciones que padecían. No cabe el relato
pormenorizado de los tormentos padecidos por tanto inocente, ya que la historia
nos ha dejado numerosas muestras gráficas de las escenas que se padecieron.
Resulta vergonzoso comprobar, como
personajes de la literatura, grandemente encumbrados, hayan hecho apología de la Inquisición, como Lope
de Vega, en sus autos sacramentales, ensalzando el Santo oficio, no es vano se
puede comprobar que era lo que se denominaba, familiar del Santo oficio, nombre
que se les daba a los colaboradores laicos de este despreciable tribunal. En
los numerosos autos sacramentales de Lope de Vega podemos encontrar muestras de
su exacerbada admiración por el Santo oficio, como las siguientes…“Que solo
Dios es Inquisición, que solo verdad profesa”… “Bien hayáis, Reyes, Amén, que
aquel Santo Tribunal habéis puesto en tal estado, porque el Santo Oficio, no
habéis hecho beneficio a España”…”Pues que soy la Fe de España y la Inquisición me anima,
a quien Don Felipe Quarto, de tal suerte resucita, que para mí solo forma, el
palacio donde habita”…” Suspéndase mil mahomas en las encinas de Argel y del
Peñol de una entena, todo luterano inglés”…”Será imposible que entréis en casa
si no hacéis información de limpieza, es el estatuto tal, que el que aprueba su
rigor, puede ser inquisidor, canónigo o cardenal”. Si bien es cierto que no es
de sorprender, ya que la historia nos demuestra frecuentemente que hay mucho
pedestal ocupado, por quien debería estar sentenciado.
Hubo otras inquisiciones a lo
largo de la historia y de la geografía donde si bien son dispares los lugares,
es un único sufrimiento. Cabe nombrar Cartagena de Indias, Filipinas,
provincias de la Plata,
Lima y como olvidar, el
horror vivido en la ciudad de Salem, Massachusetts, condado de Essex, Nueva
Inglatera, en el siglo XVII y que se extendió por varios condados. En esos
procesos se juzgaron a más de 150 personas, a causa de una histeria colectiva
provocada por las hijas de la familia del reverendo Parris, Bettty, Elizabeth y
Abigail Williams.
Sea como fuere, por la histeria de unas niñas, o por envidias
entre familias o intoxicación por alguna clase de agente patógeno como el
cornezuelo del centeno, hipótesis que apuntan algunos investigadores, lo cierto
es que muchas personas se vieron injustamente juzgadas de brujería y condenadas
a penas de ejecución por ahorcamiento y cárcel perpetua. Tal es el caso de
Rebecca Nurse ahorcada el 19 de julio de 1692 a la edad de 71 años y con ella la
relación siguiente.
Ejecutados por horca.
- Bridget Bishop, ahorcada el 10 de
junio 1692
- Sarah Good, ahorcada el 19 de julio de
1692
- Elizabeth How, ahorcada el 19 de julio
de 1692
- Susan Martin, ahorcada el 19 de julio
de 1692
- Rebecca Nurse, ahorcada el 19 de julio
de 1692
- Sarah Wildes, ahorcada el 19 de julio
de 1692
- George Burroughs, antiguo reverendo de
Salem, acusado de ser el jefe de todas las brujas y ahorcado el 19 de
agosto de 1692
- Martha Carrier, ahorcada el 19 de
agosto de 1692
- John Williard, ahorcado el 19 de
agosto de 1692
- George Jacobs, ahorcado el 19 de
agosto de 1692
- John Proctor, ahorcado el 19 de agosto
de 1692
- Martha Corey, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Mary Eastey, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Alice Parker, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Mary Parker, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Ann Pudeator, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Wilmot Red, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Margaret Scott, ahorcada el 22 de
septiembre de 1692
- Samuel Waldwell, ahorcado el 22 de
septiembre de 1692
Otros juzgados.
- Tituba, acusada, esclava de los
Parris,se declaró culpable, perdonada, vendida como esclava
- Dorcas Hoar, condenada el 6 de
septiembre, indultada
- Abigail Willians, condenada el 6 de
septiembre, indultada
- Mary Bradbury, condenada el 6 de
septiembre, fugada de prisión
- Sarah Cloyc, condenada el 6 de
septiembre, indultada
- Mary Lacy, condenada el 6 de
septiembre, indultada
- Rebeca Eames, condenada el 17 de
septiembre, indultada
- Giles Corey: condenada el 19 de
septiembre, cadena perpetua
- Abigail Faulkner, embarazada y
condenada, cadena perpetua
- Elizabeth Proctor, embarazada y
condenada, cadena perpetua
- Ann Foster, murió en prisión
- Sarah Osborne, murió en prisión.
Retorcida en su fondo y forma,La Inquisición
confisca, juzga, tortura y sentencia a muerte por vía eclesiástica, pero delega
por vía civil el cumplimiento de una orgía de sangre y brutalidad. Todo ese
odio y ensañamiento contra inocentes, no era más que la institucionalización
del deseo de una serie de especimenes retorcidos, que se masturbaban con la
visión del horror, dando rienda suelta a sus taras mentales, con las cuales
fueron paridos por mujeres que, arrastraron sus vaginas, por el lodo de
sacristías y confesionarios. Todo esto con la connivencia de papas y reyes.
DOCUMENTACIÓN ADICIONAL.
Posicionando el ratón en todas las imágenes de este blog, se ve la especificación del archivo.
ENLACES DE INETERÉS.
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LIBRORUM PROHIBITORUM”
HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE
LIMA.
HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE
CHILE.
HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE
MEXICO.
(Poner en el buscador de la biblioteca el titulo de la obra)
HISTORIA DE LA INQUSICIÓN
EN LAS ISLAS CANARIAS.