jueves, 30 de enero de 2014

EL GENERAL PRIM, AMADEO DE SABOYA Y LA SÁBANA SANTA. TRIÁNGULO TEMPLARIO.


Ante la actualidad del caso del asesinato del General Juan Prim y Prats, Reus, 6 de diciembre de 1814 – Madrid, 30 de diciembre de 1870, Conde de Reus, Marqués de los Castillejos y Vizconde del Bruch y los deseos de éste a que Amadeo de Saboya fuese rey de España, es necesario recordar que, la casa de Saboya fue la depositaria de la Sábana Santa desde que Margarita, hermana de Godofredo II de Charney, templario que fue quemado en la hoguera junto a Jacques de Molay, cediera el sudario a Luis I de Saboya, mediante un contrato firmado el 22 de Marzo de 1452 en Ginebra. Si una reliquia tan valiosa se confía a una determinada persona, significa que es digno de poseerla, que se confía plenamente en ella y en este caso, al ser una casa real determinada y no otra, tiene un marchamo aún más importante, dando testimonio de que es digna de ser depositaria de una herencia del temple. En 1460 fallece Margarita y los canónigos de Lirey, que anteriormente custodiaron la reliquia, le demandaron a la casa de Saboya la devolución de la sábana, sin conseguir sus propósitos.

 


Cabe en este punto hacer un inciso para decir, que hubo un intento de denostar la autenticidad de la Sábana propiedad de la familia de Charney, mediante un documento, "Memorial de d'Arcis", en el cual el obispo de Troyes, Pierre d'Arcis hace una denuncia, en el año 1389 ante el Papa Clemente VII, contra el Deán de Lirey y le acusa de hacer ostentación de un lienzo pintado con la figura de un hombre, asegurando que era Jesús, fingiendo además curaciones milagrosas, esto no es más que el reflejo de las disputas intensas en aquella época por hacerse con las reliquias y atacar a quien las tuviera, máxime si sospechaban o tenían la certeza de que ese sudario no era el del Nazareno y por lo tanto el desprestigio ocultaba la verdad de su verdadero dueño. Quizás por este incidente optó la Casa de Saboya por no devolver el sudario a Lirey. Solo por medio de testamento, otorgado por Humberto II de Saboya, fallecido en 1983, pasa a ser propiedad de la iglesia. Con lo cual, cuando Amadeo de Saboya reinó en España durante dos años, hasta que se implantó la República en el año en 1873, todavía ostentaba la casa de Saboya la propiedad del sudario.

 


Se da la circunstancia de que también se ofreció la Sábana Santa a la casa de Hohenzollern y de que uno de los candidatos de Prim como regente, a parte de Amadeo de Saboya, fuese Leopold Von Hohenzollern. Que se decantara por Amadeo, puede que fuese determinante el hecho de la posesión de la Síndone por parte de la Casa de Saboya. Sin duda esta reliquia, otorgaba un poder muy importante a quien la poseyera y por este motivo durante siglos se ha disputado su propiedad. Desde que apareció en el siglo X en Edessa, desaparece del circuito histórico, a raíz de la cuarta cruzada en 1204, hasta que vuelve a resurgir en el año 1353 en el seno de la familia Charney, ¿quizás hubieron dos síndones?, más que probable. Este hecho significativo de los años de letargo, oscuridad y de la ausencia de noticias sobre el sudario, lleva a pensar que la sábana que custodiaban los templarios, dados los principios que postulaban, no pertenecía al cuerpo de Jesús, como se ha venido especulando e incluso afirmando a lo largo de la historia. Dada la trayectoria del temple y sus principios, cabe poner sobre la mesa la afirmación de que el sudario contuviese el cuerpo de un Cristo, pero no el Cristo que la iglesia clava en su cruz particular y dogmática, si no el Cristo ungido, San Juan Bautista o la más que probable idea de que el cuerpo que supura aún, la urdimbre de esa tela del siglo II, perfectamente asequible en el siglo XIII, sea el del Gran Maestre Jacques de Molay. 

 


Sea como fuere, más que una reliquia es un símbolo de poder, una llamada de atención a los que se oponían a que un temple enmascarado, se hiciera con el poder como antaño, de ahí el empeño de fuerzas conspiranoicas, para que los planes de Prim no se llevaran a cabo. Se habla de masonería implicada en el asesinato del General y no es de extrañar que así sea, quizás se dio cuenta que no era la masonería que él esperaba cuando ingresó en ella, no sería la primera ni la última vez, que la pestilente mano de una secta, aborta todo atisbo de que la sociedad sea libre y que se extirpe todo dogma y adoctrinamiento al que la humanidad viene rindiendo pleitesía desde hace milenios, fagocitando mentes que se postran ante altares eclesiásticos o de logias, cuyo nexo en común es la parafernalia lúdico festiva, con atrezzo esperpéntico, que nada tiene que ver con la masonería primigenia, la de los maestros canteros, la operativa que construía catedrales como libros en piedra del saber y que fueron a su vez los discípulos del conocimiento de los templarios, cuya misión era que el hombre fuera dueño de sí mismo.