miércoles, 26 de diciembre de 2018

GUILLEM DE MONTRODÓN, EL DESHEREDADO






Los Mont-Rodón, linaje perteneciente a la pequeña nobleza catalana del medievo, eran los nobles de la comarca de Osona enclave de la zona de Taradell. En las costumbres medievales se implantó la figura del “Hereu” el único heredero, que recaía en el hijo primogénito de una familia Esta costumbre se llevó a cabo entre los siglos X y XII, entre la sociedad catalana. Las familias donaban la práctica totalidad de sus bienes al hijo mayor, dejando la mínima parte de sus posesiones al resto de los hijos, que habitualmente debían emanciparse, buscando su futuro y en el caso de las hijas, se les ingresaba en algún convento o se les daba en matrimonio. Era habitual, que los padres que efectuaban dicha transmisión de sus bienes al hijo primogénito, se reservaran el usufructo, con lo cual se les “obligaba” a los primogénitos a residir junto con sus familias, si las formasen, en el mismo lugar que los padres. Eso conllevó la formación de grandes núcleos familiares. En el caso que nos ocupa, es el hermano mayor de Guillem de Mont-Rodón (1165 – 1229), llamado Ferrer, el que hereda la mayor parte de los bienes de sus padres, Guillem de Mont-Rodón y Guillermina de Cassá, repartiéndose el resto entre el propio Guillem, que era el segundo de la familia, junto a sus dos hermanas, Adaledis y Saurina. De hecho el propio Ferrer ya figura en documentos oficiales junto a sus padres, a causa del establecimiento de donaciones, como el otorgado el mismo año del nacimiento de Guillem en 1169. En ese documento figuran sus padres y el propio Ferrer, junto a varios intervinientes, como copartícipes de una donación de la mitad de unos bienes inmuebles en la zona de Taradell, por el precio de un maravedí de oro, como precio de salida y la mitad de los beneficios que se obtuviesen de otras propiedades. 

 
Donación padres de Guillem de Mont-Rodón y su hermano Ferrer. Biblioteca de Cataluña

 

 

Se podría pensar que los desheredados en aquella época caían en desgracia, al tener que buscar la fortuna o el reconocimiento, usurpado por unas leyes injustas. Algunos transcendieron a la historia, en contra de lo que cabría esperar, como es el caso de nuestro protagonista, Guillem de Mont-Rodón. Llegó a ser Comendador de la Orden del Temple de Gardeny, Maestre de Provenza, Cataluña y Aragón, responsable de las finanzas reales catalano-aragonesas y tutor de un niño rey, Jaime I, en la fortaleza de Monzón por orden Papal, junto a su primo hermano Ramón Berenguer V, conde de Provenza, pero antes de todos esos honores, sirvió como caballero a las órdenes del rey Pedro I el Católico. Ingresó en los templarios a la edad de 20 años y seis años después, el 27 de abril de 1195, otorga testamento a favor del temple. El no ser el primogénito de una familia noble, no le quitó ni un ápice de nobleza, pero no la que otorgan los títulos, si no la que confiere su honestidad como ser humano en sus 60 años de vida. ¿Quién dice que fue un desheredado?.
 

 

Testamento de Guillem de Mont-Rodón. Biblioteca de Cataluña