domingo, 17 de marzo de 2019

BELCHITE TEMPLARIO

El barranco de la muerte. Toma de Zaragoza 1118 (Agustín Salinas Teruel 1891-92)



Belchite es tristemente conocido por haber sido escenario de una batalla cruenta de la Guerra Civil Española. Pero este municipio de la provincia de Zaragoza, esconde una historia poco divulgada y que ha sido sepultada por los escombros de una herida, difícil de digerir. Su pasado se remonta hasta la Edad del Bronce, encontrando huellas en la Cueva de los Encantados y sus primeros asentamientos humanos se establecen en la Edad del Hierro.


 
Ruinas de Belchite tras la Guerra Civil

 El campo del Belchite pasó a ser poblado por musulmanes y cristianos, así como por íberos, celtíberos, visigodos, romanos y en el siglo XV por judíos. La comarca, con fuerte presencia musulmana, cuya fuerza era vital para la defensa de “Saraqusta” (Zaragoza), estaba regada por el río Aguasvivas y las confluencias de aporte hídrico de varios ríos. La capital de esa zona se estableció en Belchite, comportando una gran y próspera extensión agrícola, contando con un castillo o “Bisn”. Una zona apreciada y de gran interés para los árabes puesto que, en sus inmediaciones, se encontraba  Almonacid de la Cuba, con su castillo y su presa que, posicionados estratégicamente en el castillo de Almonacid (Bisn al- Munastir), controlaban la captación y curso del agua hacia Belchite.



 
Río Aguasvivas

 



Una vez situados someramente en una parte de la intrahistoria de Belchite, hay que abordar la implantación de las órdenes militares en la comarca, ya que Alfonso I el Batallador necesitaba protección para toda la zona, tras su reconquista a los almorávides, conformada por las poblaciones de Almochuel, Almonacid de la Cuba, Azuara, Codo, Belchite, Fuendetodos etc, conformando el arciprestazgo de Belchite, dependiente del arzobispado de Zaragoza, si bien es cierto que algunas zonas estaban bajo los señoríos laicos como la Casa de Hijar, los Bardají y al conde de Fuentes, algunas como Codo, Lagata y Samper de Saltz, pertenecían al monasterio cisterciense de Rueda.



 
Presa de Almonacid de la Cuba, presa madre de Belchite



Alfonso I el Batallador y sus tropas ocuparon Belchite en 1118, cuando a la par nacía la Orden del Temple en Tierra Santa, convirtiendo Belchite en un lugar de gran importancia estratégica, como frontera con el mundo musulmán de Al-Andalus . En el año 1119 se le otorga a Belchite Carta Puebla, bajo el mando de honor del magnate aragonés Galindo Sánchez, posteriormente pasa a su hermano Lope Sánchez, para recalar finalmente en el nieto del primero, Galindo Jiménez, que en 1148 era “tenente” de Belchite.



 
Monasterio Cisterciense de Rueda



Para reforzar la seguridad de la zona, Alfonso I creó en 1122 la cofradía militar de Belchite, una verdadera “Militia Christi”, con concesiones de indulgencias y confirmada posteriormente por Alfonso VII en 1136. Esta cofradía se regía, entre otras cosas, por no ir contra cristianos, aunque el rey lo demandara, los ingresos obtenidos y las tierras conquistadas, eran exclusivamente para la cofradía y lo más transcendente y llamativo era que, cualquier servicio tenía la misma consideración que los alcanzados por los templarios en Tierra Santa.



 
Ruinas del castillo del Temple en Belchite



La Cofradía de Belchite cae en decadencia y toma el relevo la Orden del Temple, que con la Concordia de Girona de 1143, en la que se plasmaba la creación de la cofradía, como los territorios de influencia, así como la entrega de todo el señorío y honor de Belchite al Temple y los “castrum”  de Monzón, Montgay, Xalamera, Barberá, Remolins, Corbins etc.   Se daba por zanjado el problemático testamento de Alfonso I y se realizaba la implantación consolidada del Temple en la península. 

 
Creación de la Cofradía de Belchite y concílio para la toma de Belchite. Burgos 05-10-1136 (Archivo histórico nacional, Sección clero secular-regular Car. 623, n.11)  




martes, 5 de febrero de 2019

EL GRIAL DE SAN JUAN DE LA PEÑA

Monasterio de San Juan de la Peña




El monasterio de San Juan de la Peña, lugar mágico donde los haya, está construido en los alrededores de un antiguo enclave prerromano, en Jaca (Huesca) al abrigo de una oquedad del monte Pano, llamado así por ser un asentamiento íbero, lugar de culto al dios romano Pano y frecuentado por eremitas en el siglo X. Por la misma época se datan los orígenes del núcleo monástico con la fundación de un templo a la advocación de San Juan el Bautista. Fue un rey navarro, Sancho Garcés III apodado “El Mayor” que en 1025, refunda el monasterio otorgándole la regla de San Benito, ampliándose a lo largo de los siglos con varias construcciones. Acoge en su seno las sepulturas de reyes aragoneses y pamploneses como Ramiro I, Pedro I y  Sancho Ramírez. Es en el siglo XI, hacia el año 1028, cuando adquiere una gran importancia como centro neurálgico religioso y político, gracias a las donaciones de monarcas y señores aragoneses y navarros. Es en el mismo año 1028, cuando al tener el monasterio otorgada la regla de San Benito, se instalan monjes huidos del monasterio de Cluny en Francia. El acta de donación del monasterio se data en el 1162 por el Conde D. Lope IX en Vizcaya a favor del abad D. Sancho. El rito mozárabe por el que se impartía misa, desaparece de las celebraciones por última vez en 1071 y se instaura el rito romano.

 

Cáliz Catedral de Valencia
Estracto de la carta de donación del monasterio de San Juan de la Peña por D. Lope IX a favor del abad D. Sancho 1162 (Real Academia de la Historia — Signatura: 9/284, fº 4 (21 vº).



El hecho más relevante por el cual el monasterio de San Juan de la Peña es famoso, es la custodia de una copa, a la que otorgan la denominación de Santo Grial. Numerosas leyendas aseveran que la copa, que protagonizó la última cena de Jesús, fue depositada en dicho monasterio, ateniéndose a la interpretación de la obra que quizás sea la más importante de la literatura medieval. Nos referimos al poema épico medieval del siglo XIII, escrito por el alemán Wolfram Von Eschenbach, llamado Parzival. Esta obra recoge las leyendas artúricas y griálicas, de otro escritor anterior del siglo XII llamado Chrétien de Troyes. Pero posicionándonos en los extramuros de las leyendas, que siempre son susceptibles a cualquier interpretación sesgada, hemos de atenernos a las pruebas que nos pueden ofrecer los documentos. Sobre todo, se tiene que despojar la mente de toda influencia religiosa o tradicional y acometer la investigación de esa copa, no como un grial con todas las connotaciones e implicaciones que conlleva, si no como un objeto arqueológico, al que se ha podido documentar su itinerario. 

 

Cáliz de Valencia


La copa transitó por muchas vicisitudes ya que durante la invasión musulmana, hubo de ser ocultado en varios lugares como en la zona del pirineo, Yebra, Siresa, Bailio y San Juan de la Peña. No se puede establecer la fecha exacta del ingreso de la copa, ya que la única referencia a ella, se halla en un escrito del canónigo de Zaragoza, Juan Agustín Carreras, quien sitúa la presencia de la copa en el monasterio de San Juan de la Peña, en el 14 de diciembre de 1134, pero al no contar con un documento que lo afirme, debemos desechar esa afirmación. Cuando se debe aseverar la presencia de la copa en el monasterio es  en el año 1399, concretamente el 26 de Diciembre, fecha en la que inicia su andadura. El documento que prueba ese hecho, es el que se conserva en los Archivos de la Corona de Aragón, correspondiente al rey Martín I, “El Humano” que en ese año mencionado de 1399, el monasterio de San Juan de la Peña, le dona  al Rey “El cáliz de piedra en el que Cristo consagró su sangre en la santa cena”, así reza textualmente dicho pergamino y “En agradecimiento por la donación, el rey ofrece al monasterio un cáliz de oro” culmina así el pergamino. 

 
Acta de donación del cáliz por parte de San Juan de la Peña al Rey Martin I (ACA, Cancillería,pergaminos,Martín_I,carp.323,nº136)

El rey Martín I se lo llevó a Zaragoza, al palacio real de la Aljafería  y hasta su muerte en 1410 estuvo en el Palacio Real Mayor de Barcelona. Alfonso V el Magnánimo lo trasladó al palacio de Valencia, pero con motivo del viaje del rey a Nápoles, lo entregó a la Catedral de Valencia en el año 1437, cuyo documento de donación, se encuentra en el propio archivo de la catedral, con la signatura (Volumen 3.532, fol. 36 v.) y consigna el siguiente texto ““El Cáliz en que Jesucristo consagró la Sangre el Jueves de la Cena, hecho con dos asas de oro, cuyo pie, del mismo color que el Cáliz, está guarnecido alrededor de oro con dos rubíes y dos esmeraldas en el pie, y con veintiocho perlas, comparadas al grueso de un guisante, alrededor del pie de dicho Cáliz”.

 
Documento de ingreso del cáliz en la Catedral de Valencia en 1437

 

Es evidente el gran componente religioso y dogmático del texto, que asevera sin ningún tipo de comprobación que es el cáliz que usó Jesús en su última cena. Fue conservado en la catedral, hasta que entre el 1809 y el 1813, años en los que se desarrolló la Guerra de la Independencia, tuvo que ser trasladado a Alicante, Ibiza y Palma de Mallorca, para huir de las manos napoleónicas. Después de ese ajetreado periplo, por fin descansó en 1919 en la antigua Sala Capitular de Valencia. Aún le aguardaba otro destino a la copa, ya que en la Guerra Civil se puso a buen recaudo en el pueblo valenciano de Carlet.

Ese recipiente, porque es así como debe tratarse, es un vaso o taza de ágata pulida veteada, una copa “alejandrina” datada entre el año 50 y 100 A.C. según el estudio realizado por el profesor Antonio Beltrán y publicado en el 1960 en su obra “El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia”. El vaso lo sostiene o lo abriga un pie y unas asas de oro, puestas con posterioridad, así mismo lo adornan unas joyas que embellecen la base de la “reliquia” que son de origen islámico. Sus medidas son de 17 cm de altura total y medidas de la copa en sí son (9,5 cm de diámetro y 7 cm de altura. Pero lejos de haber acabado con la descripción de esta joya, aún nos aguarda una sorpresa. Desapercibida a la mirada del visitante, descansa en el pie de la copa una inscripción en árabe, escrita en caligrafía cúfica, que es un tipo de escritura considerada la más antigua, que fue desarrollada en la ciudad de Kufa (Irak), antigua Caldea, situada en Mesopotamia. La acepción con más consenso dice que en la inscripción se lee la palabra “Lilzáhira” cuya traducción sería, (Para la más floreciente o para el que reluce), dejemos a los lingüistas su traducción. 

Inscripción al pie del cáliz de Valencia

 


Sea como fuere, reiterar que se ha hecho el itinerario de un objeto arqueológico, partiendo de la más absoluta asepsia, que es el método a seguir para toda investigaión objetiva.


Para ampliar información puede remitirse el lector al artículo de este blog llamado http://gotica-manticora.blogspot.com/2017/07/el-grial-una-copa-milagrosa-que-jamas.html