martes, 25 de septiembre de 2012

LA INQUISICIÓN. EL BRAZO CRIMINAL DE LA IGLESIA






La Santa Inquisición, se estableció en el siglo XII por el Papa Inocencio III ex profeso, para perseguir a los herejes, con especial interés por los albigenses, previa bula en 1184 del Papa Lucio III, “Ad abolendam”.  Ahí se fraguó le cruzada criminal que se extendió por varios países, inundándolos de terror. Sin olvidar que en 1308 el Papa Clemente V, mandó detener en los reinos de Castilla y Aragón a los Caballeros Templarios. Cualquier pretexto valía para condenar a alguien, que no fuera de su agrado y conminaba a los ciudadanos a que se denunciaran entre sí. Era la autoridad suprema que hacía y deshacía a su antojo, cometiendo abusos de toda índole, excomulgando, aprobando y denegando bulas. Fue el artífice de asesinar en 300 años a miles de personas solo en España y si añadimos el resto de los países, donde dejó la huella de sus atroces actos, entre ejecuciones, ajusticiamientos por torturas que acababan en muerte, penas cumplidas en galeras etc, el número sería millonario. Algunos de ellos ajusticiados en las hogueras, en modalidad de “estatua” ya bien por ser fugitivos o estar ya fallecidos, pero igualmente se les tenía que aplicar la pena, que en el caso de los ya enterrados, se ordenaba exhumar y quemar sus restos. Lejos de ser un tribunal orientador, como muchos pretenden hacer creer, no se vio ni un atisbo de tal vocación, pues es notorio que no orientaron a nadie, salvo a las hogueras, no sin antes ablandar sus cuerpos en los potros y diversos artilugios de tortura fabricados para tal menester, por mentes depravadas, con el único objeto de proferir los más elevados sufrimientos. No menos depravados son los manuales redactados para contemplar, las disciplinas y procedimientos de interrogatorios a los reos y en el caso de los procesos contra personas acusadas de brujería, el célebre manual escrito por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, el “MALLEUS MALEFICARUM”, el martillo de las brujas (enlace de descarga al final del articulo), tampoco se salvaban del ajusticiamiento los libros que consideraban contrarios, ofensivos, susceptibles de herejía y para ello redactaron un índice de los libros que debían ser retirados o destruidos el “INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM”(enlace de descarga al final del articulo), son de consideración los tratados de los inquisidores dominicos como, Raimundo de Peñafort (Decretales, Barchinonae, 1234.), Bernardo Gui (Practica seu tractatus Officii inquisitionis, Tolosae, c. 1307-1323.) y Nicolás Eymeric (Directorum Inquisitorum, Aviñon, c. 1376.). La Inquisición o llamada también, tribunal del Santo Oficio, se implantó en España, compuesto por algunos Franciscanos y especialmente nutrido por la orden de los Dominicos, en el reino de Aragón, extendiéndose más tarde por diversos países y continentes, estableciendo las inquisiciones americana, portuguesa y romana. 


La inquisición española estuvo instaurada en la Corona de Aragón bajo la dirección de S. Raimundo de Peñafort, que más tarde al anexionarse con la Corona de Castilla, en el reinado de los Reyes Católicos, se institucionalizó en Sevilla a cargo del dominico Fray Tomás de Torquemada en 1483, nombrándolo primer inquisidor general. Durante los años que duró su ministerio hasta su muerte en 1498, el saldo de víctimas que tuvo en su haber fue de, 10.220 personas vivas quemadas, 6.860 quemadas muertas y 97.321 persona a las que arruinó la vida y a sus familias, confiscando sus bienes, quemando libros, pinturas, esculturas etc.
 Resulta contradictorio que Torquemada, consciente de haberse granjeado muchos enemigos, se hiciera proteger, a parte de un elevado número de personas, de un asta de unicornio que según él, tenía la virtud de inutilizar el poder de los venenos. ¿No sería esto motivo suficiente para Torquemada, para acusar a cualquier persona de brujería y quemarlo en la hoguera? Era obvio el odio del pueblo español hacia los inquisidores, cuya justicia popular hizo que perecieran algunos de ellos acuchillados a los pies de los altares, encabezando esa lista el Dominico Pedro de Pladis, no sin antes llevar el honor de ser el primero en morir, el 15 de Enero de 1208, en Francia Pierre de Castelnau, legado pontificio de la orden del Cister.




La Inquisición, no solo persiguió al pueblo llano si no a cualquier persona de toda clase y condición, fueran nobles, clérigos o literatos, matemáticos o artistas, que consideraban contrarios a sus intereses. Los delitos eran variados, como la blasfemia, herejía, ser judío, poligamia, homosexualidad, brujería, etc. Valiéndose de la esperanza y el temor de las gentes, fundamentos y pilares para le gestación de cualquier religión, acrecentaron hasta límites insostenibles los miedos, al azotar con su psicopatía, las almas de los que se supone, habían de guiar. Dando una visión de un Dios sanguinario y déspota, no viendo ningún resquicio de benevolencia, disfrazando como tal, la purificación de las almas por el fuego. Ahogando la verdad, el conocimiento y la libertad, para mantener una masa ingente de seres humanos, sumidos en la ignorancia y el terror, se llega a la fácil conclusión que, los componentes de esa fragua de psicópatas asesinos en serie, eran los verdaderos herejes y haber sido juzgados por genocidio.
La biografía de esta lacra de la humanidad es extensísima e imposible de abarcar en un escueto espacio de explicaciones, se intentará no obstante de encumbrar los hechos más relevantes de la historia, si bien es cierto que una imagen vale más que mil palabras, la voluntaria ausencia de prosa, será sustituida por pruebas documentales, que serán de mayor rigor y respaldo a lo que aquí se expresa.



La primera contradicción de esta institución criminal, la refleja su propio escudo. En él vemos reflejados a ambos lados de una cruz, de madera verde que no se consume por el fuego, significa esperanza y salvación eterna para los herejes, así como la advertencia de que, esos mismos herejes, no habrían de destruir jamás a la iglesia. Una rama de olivo a la izquierda, como símbolo de paz y una espada a la derecha, como símbolo de justicia, todo ello con un fondo negro que hace patente el cínico luto de la iglesia católica por los herejes y rodeado de la leyenda en latín “Exurge , Domine, judica, causam, tuam” ( Álzate, oh Dios, a defender tu causa ) del salmo 73 v. 22. Debieron olvidar este evangelio de S. Juan que reza así en el Cap. III.V. 17.) “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.
El pueblo también se defendía ante tales injusticias, tejiendo una historia que se negaba a perecer bajo el yugo de los inquisidores y sus sentencias. En Parma se sublevó la ciudadanía, en 1279 ante la barbarie de las ejecuciones en la hoguera de tanta gente y liberó a una mujer que iba a ser ajusticiada, acto seguido irrumpieron en el convento de los Dominicos, saqueándolo y apaleando a los frailes, expulsándolos de la ciudad. En Zaragoza se alzaron en armas por mucho tiempo, en 1485 cuando los Reyes Católicos establecieron la Inquisición por orden de Torquemada. Sucedieron las mismas sublevaciones contra el Santo oficio, en ciudades como Valencia, Sevilla, Mallorca, en Córdoba se sublevaron contra el inquisidor llamado Lucero, a causa de la crueldad con la que perseguía a los judíos conversos. Comandados por el marqués de Priego, libertaron a los judíos. Dicen las crónicas que el inquisidor Lucero cantaba una especie de estribillo que decía “Dámele judío, y dártele he quemado”.

Las sospechas sobre un reo se dividían en: Leves, vehementes y vehementísimas o violentas. Dependiendo de cada una, así se aplicaban las penas. Excomulgación, cárcel perpetua, escarnio público mediante la puesta de hábito y capirote, que en España se llamó San Benito, tortura, confiscación de sus bienes, privación de honores y dignidades, muerte por decapitación y posterior incineración, muerte en la hoguera vivo. En las celebraciones de los autos de fe, se hacía el pertinente aviso en toda la comarca, para que asistieran al acto. Se preparaba un tablado en la plaza y se procedía a leer la relación de crímenes a los acusados, que dependiendo si habían manifestado arrepentimiento o no, eran entregados al brazo secular, o sea a las autoridades civiles para ser quemados vivos o puestos a disposición del verdugo, que lo decapitaba y posteriormente se arrojaba su cadáver a la hoguera. Es soberanamente cínico e hipócrita que los inquisidores pusieran una cláusula, rogando a los jueces civiles, no imponer la pena capital, cuando es sobradamente manifiesto que se limitaban a ejecutar las ordenes de la inquisición, pero el Santo oficio hacía recaer la responsabilidad, sobre las autoridades civiles y que, en caso de negativa del juez a quitar la vida a un reo, se le abría proceso de sospechoso de herejía. Es de obligada mención el escalofriante dato de que en los arzobispados de Sevilla y Cádiz, solo en el año de 1481, fueron quemados en persona 2000 judaizantes y en estatua otros tantos, además de 17 mil penitenciados. Entre los ajusticiados había muchos ricos, cuyos bienes fueron confiscados. Las ejecuciones eran tan numerosas que el gobernador de Sevilla, mandó construir en el campo llamado la Tablada, un cadalso permanente que se llamó Quemadero, que permaneció en pie hasta el año 1810, construyéndose en su lugar, la batería de defensa contra  los franceses.

Mencionar así mismo el proceso de Logroño en 1610, en el que se juzgó el caso de las brujas de Zugarramurdi, en una colaboración entre España y  Francia, para combatir a los brujos. En Burdeos el juez Pedro de Lancre, condenó a la hoguera a 700 brujos del Labourd francés, en España en Logroño, en los días 7 y 8 de Noviembre de 1610, se condenó a los brujos y brujas de Navarra y el día 11 a las brujas de Zugarramurdi, 5 quemados en estatua y 6 en persona, al día siguiente fueron ajusticiadas 42 personas por diversos delitos.




Para extraer confesión a los reos, es sobradamente conocido el procedimiento por el cual obtenían las confesiones, las torturas. Un catálogo refinadamente siniestro de vejaciones y sufrimientos proferidos contra las víctimas. Estaba prohibido dar más de un tormento a un reo, sin otro fin que conseguir que llegaran vivos a la hoguera, pero los más sanguinarios inquisidores, acudían a la treta lingüística para denominar suspensión a la tortura que ya hablan aplicado, dando a entender que no se había llevado a cabo y se reanudaría en otro plazo. Daban las instrucciones pertinentes, para que ningún reo torturado, pereciese en dicho acto, para poder seguir infringiéndole el tormento, en cuanto se repusiera. Pero muchos morían ante el insufrible dolor y las enormes heridas e infecciones que padecían. No cabe el relato pormenorizado de los tormentos padecidos por tanto inocente, ya que la historia nos ha dejado numerosas muestras gráficas de las escenas que se padecieron.














Resulta vergonzoso comprobar, como personajes de la literatura, grandemente encumbrados, hayan hecho apología de la Inquisición, como Lope de Vega, en sus autos sacramentales, ensalzando el Santo oficio, no es vano se puede comprobar que era lo que se denominaba, familiar del Santo oficio, nombre que se les daba a los colaboradores laicos de este despreciable tribunal. En los numerosos autos sacramentales de Lope de Vega podemos encontrar muestras de su exacerbada admiración por el Santo oficio, como las siguientes…“Que solo Dios es Inquisición, que solo verdad profesa”… “Bien hayáis, Reyes, Amén, que aquel Santo Tribunal habéis puesto en tal estado, porque el Santo Oficio, no habéis hecho beneficio a España”…”Pues que soy la Fe de España y la Inquisición me anima, a quien Don Felipe Quarto, de tal suerte resucita, que para mí solo forma, el palacio donde habita”…” Suspéndase mil mahomas en las encinas de Argel y del Peñol de una entena, todo luterano inglés”…”Será imposible que entréis en casa si no hacéis información de limpieza, es el estatuto tal, que el que aprueba su rigor, puede ser inquisidor, canónigo o cardenal”. Si bien es cierto que no es de sorprender, ya que la historia nos demuestra frecuentemente que hay mucho pedestal ocupado, por quien debería estar sentenciado.


Hubo otras inquisiciones a lo largo de la historia y de la geografía donde si bien son dispares los lugares, es un único sufrimiento. Cabe nombrar Cartagena de Indias, Filipinas, provincias de la Plata, Lima y como olvidar, el horror vivido en la ciudad de Salem, Massachusetts, condado de Essex, Nueva Inglatera, en el siglo XVII y que se extendió por varios condados. En esos procesos se juzgaron a más de 150 personas, a causa de una histeria colectiva provocada por las hijas de la familia del reverendo Parris, Bettty, Elizabeth y Abigail Williams. 






Sea como fuere, por la histeria de unas niñas, o por envidias entre familias o intoxicación por alguna clase de agente patógeno como el cornezuelo del centeno, hipótesis que apuntan algunos investigadores, lo cierto es que muchas personas se vieron injustamente juzgadas de brujería y condenadas a penas de ejecución por ahorcamiento y cárcel perpetua. Tal es el caso de Rebecca Nurse ahorcada el 19 de julio de 1692 a la edad de 71 años y con ella la relación siguiente.


Ejecutados por horca.
  1. Bridget Bishop, ahorcada el 10 de junio 1692
  2. Sarah Good, ahorcada el 19 de julio de 1692
  3. Elizabeth How, ahorcada el 19 de julio de 1692
  4. Susan Martin, ahorcada el 19 de julio de 1692
  5. Rebecca Nurse, ahorcada el 19 de julio de 1692
  6. Sarah Wildes, ahorcada el 19 de julio de 1692
  7. George Burroughs, antiguo reverendo de Salem, acusado de ser el jefe de todas las brujas y ahorcado el 19 de agosto de 1692
  8. Martha Carrier, ahorcada el 19 de agosto de 1692
  9. John Williard, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  10. George Jacobs, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  11. John Proctor, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  12. Martha Corey, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  13. Mary Eastey, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  14. Alice Parker, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  15. Mary Parker, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  16. Ann Pudeator, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  17. Wilmot Red, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  18. Margaret Scott, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  19. Samuel Waldwell, ahorcado el 22 de septiembre de 1692

Otros juzgados.
  1. Tituba, acusada, esclava de los Parris,se declaró culpable, perdonada, vendida como esclava
  2. Dorcas Hoar, condenada el 6 de septiembre, indultada
  3. Abigail Willians, condenada el 6 de septiembre, indultada
  4. Mary Bradbury, condenada el 6 de septiembre, fugada de prisión
  5. Sarah Cloyc, condenada el 6 de septiembre, indultada
  6. Mary Lacy, condenada el 6 de septiembre, indultada
  7. Rebeca Eames, condenada el 17 de septiembre, indultada
  8. Giles Corey: condenada el 19 de septiembre, cadena perpetua
  9. Abigail Faulkner, embarazada y condenada, cadena perpetua
  10. Elizabeth Proctor, embarazada y condenada, cadena perpetua
  11. Ann Foster, murió en prisión
  12. Sarah Osborne, murió en prisión.


Retorcida en su fondo y forma,La Inquisición confisca, juzga, tortura y sentencia a muerte por vía eclesiástica, pero delega por vía civil el cumplimiento de una orgía de sangre y brutalidad. Todo ese odio y ensañamiento contra inocentes, no era más que la institucionalización del deseo de una serie de especimenes retorcidos, que se masturbaban con la visión del horror, dando rienda suelta a sus taras mentales, con las cuales fueron paridos por mujeres que, arrastraron sus vaginas, por el lodo de sacristías y confesionarios. Todo esto con la connivencia de papas y reyes.


DOCUMENTACIÓN ADICIONAL.

Posicionando el ratón en todas las imágenes de este blog, se ve la especificación del archivo.





















ENLACES DE INETERÉS.


Descarga del “Maellus Maleficarum”

Descarga del “INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM”



HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE LIMA.


HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE CHILE.


HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE MEXICO.
(Poner en el buscador de la biblioteca el titulo de la obra)

HISTORIA DE LA INQUSICIÓN EN LAS ISLAS CANARIAS.



















domingo, 16 de septiembre de 2012

COLÓN EL " MARRANO "






El continente americano ya era conocido sobradamente por marinos, que transportaban sus mercancías desde esas tierras y cuyas rutas llevaban en secreto. La historia marca a fuego en la memoria que, Cristóbal Colón descubrió America, cuando debería de matizar que Colón lo único que hizo fue colonizar ese continente y que creyó hasta su muerte que se trataba de las Indias. Los romanos en el siglo I de nuestra era, ya mantenían rutas comerciales en la India e indochina, con un puerto en cada una de estas localizaciones (Pondicherry y  Oc-Eo) respectivamente, arribando uno de estos barcos a la ciudad de Cattigara, atravesando una inmensa extensión oceánica llamada por Ptolomeo “Sinus Magnus”, el Océano Pacífico que conocemos y que en la época del siglo I lo creían un golfo. La ciudad de Cattigara, llamada también en la época del pueblo Inca “Chan chan” y que según un mapa del geógrafo y cartógrafo fenicio, Marino de Tiro plasmado después por el geógrafo, químico, matemático etc, greco-egipcio Claudio Ptolomeo, se encontraba en un golfo, cuya denominación era “Sinarum Sinus”, el golfo de los chinos, que comprendería la ubicación en la costa de Perú.  En el mapa de Ptolomeo siglo I D.C., encontramos localizaciones y nombres que existen hoy en día en América e inclusive uno con nombre en quechua. 

 






Otra idea preconcebida y equivocada es la de que, en los primeros siglos de nuestra era, la navegación era precaria cuando se tiene constancia de que, habían barcos que eran capaces de transportar mercaderías y a 600 pasajeros. Así pues documentación muy anterior al descubrimiento, como los hechos comprobados del siglo I y mapas anteriores al “descubrimiento” colombino, como el de Piris Reis, almirante turco del siglo XV cuyo mapa data del 1513, nos ponen de manifiesto que América ya estaba frecuentada por marineros. Mapas que Colón conocía perfectamente, como los denostados mapas portulanos, copiados parece ser de una carta de navegación original que cubría todo el mundo. Estos mapas, que han preferido obviar, reflejan una apabullante precisión y eran manejados por los templarios, que hacían numerosas expediciones transatlánticas. espués de su disolución y posterior huida con su flota, desde el puerto de la Rochelle a diferentes destinos, aparecen estos mapas súbitamente unos 30 años después de la abolición de la orden. 

 


Para comenzar, tanto el apellido de Colón, como su origen, la fecha de su nacimiento etc, aspectos de su vida que deberían haber sido notorios, son al día de hoy inexactos y especulativos, a pesar de la documentación conservada, entre ella la aportada por su hijo Fernando. Quizás fue su identidad encubierta a propósito y escondía a un personaje con una misión que cumplir o simplemente se escondía de sí mismo y de sus planes personales al margen de la estampa pública que quería ofrecer. Sea como fuere, las investigaciones han derivado por varios derroteros, relacionando a Colón con otros personajes que no han tenido nada que ver con él, salvo por la similitud de su apellido y derivaciones de éste. Se han barajado varias hipótesis en cuanto a la idea de que fuese italiano, cuando se sabe que no escribía en italiano, sí en un pésimo latín, catalán y ladino  que se hablaba por la comunidad judía en aquella época en España, sus padres fueron expulsados de Cataluña y se fueron a la comunidad judía, establecida en las afueras de Génova. Personajes como Salvador de Madariaga y Simón Wiesenthal, demuestran en sus investigaciones que, Colón era judío y un falso converso, lo que se llamaba un “marrano”. Eso le valió los apoyos necesarios para que personas influyentes, judíos conversos de la corte de la Reina Isabel, le auspiciaran en sus proyectos y eso explica también el hecho de que en su primer viaje, llevara en sustitución de un capellán, como era lo preceptivo, un intérprete de hebreo, un rabino. En la fecha de ese primer viaje, antes de que expirara el plazo para que los judíos no conversos, abandonaran España, Colón zarpó con esos judíos, clandestinamente. En los primeros años de sus aventuras náuticas, se embarcó con un representante de compra venta de mercancías, visitando varios países. Después de ese periplo recaló en Lisboa, donde coincide con su hermano Bartolomeo, que era cartógrafo iniciándose con él en el oficio, no sin antes contar varias versiones de sus experiencias previas, que le hacían incurrir en contradicciones, como la que relata que fue combatiente contra la flota veneciana en la Batalla de San Vicente, cuando esa batalla se estaba desarrollando al mismo tiempo de su erradicación en Lisboa, o como estuvo a las ordenes del almirante Colombo que aseguraba ser su pariente, cuando no tenía ningún nexo de unión. La asociación con su hermano en el oficio de cartografía, le granjea importantes contactos con renombrados geógrafos de Europa, capitanes etc, no en vano el ser judío le resulta ventajoso ya que, la Academia de Sagres creada por Enrique el Navegante, es gestionada por judíos. Información privilegiada, sin duda llegaba a sus manos y no es descartable que al igual que muchos, conociera la existencia de Vinlandia, las colonias vikingas que se establecieron en  Norte America en el siglo XI. En su afán por recopilar información, su propósito era acceder a la biblioteca de la Tesorería del Rey de Portugal, en la que se encontraban celosamente guardados, no solo documentos diplomáticos, si no valiosos y secretos mapas. Para consumar su deseo de entrar en esa biblioteca, preparó su estrategia minuciosamente, frecuentando la iglesia donde asistía a misa una joven llamada, Filipa Monis de Perestrello, hija de un ex Caballero de Cristo emparentada con las familias reales de Braganza y de Lusignan y cuyo hermano era gobernador de la isla de Porto Santo. Se casó con ella, yéndose a vivir a la isla de Madeira, que rezumaba información ya que recalaban numerosos navíos. Con todo ese respaldo consiguió lo que se proponía, que era entrar en la biblioteca de la Tesorería. Allí se hizo con un documento, concretamente una carta que el geógrafo Toscanelli en 1474, le dirigía a un canónigo apellidado Martínez, en la cual demostraba que era perfectamente factible, arribar a las cosas de Asia por el Atlántico. Este mapa incluido en la carta, lo copió ilegalmente Colón en una página del libro “L’historia rerum ubique gestarum” del Papa Pío II, que todavía se conserva y que le permitió posteriormente confeccionar con esos apuntes un mapa. Como excusa, se inventó una correspondencia con Toscanelli, que ya había muerto y no podía refutar su testimonio. Con esta documentación, fue a presentar su proyecto de expedición al Rey de Portugal, que fue rechazado.

 




Un episodio trágico se desencadenó, cuando un día un barco que transportaba vino y hacía la ruta entre Madeira y Gran Bretaña, sorprendido por una tormenta, llegó en una situación desesperada a Lisboa con unos pocos supervivientes. Este barco lo comandaba Alonso Sánchez, natural de Niebla, en Huelva, cuando arribó buscó un cartógrafo, ya que había divisado una isla desconocida y quería ayuda para poder ubicarla en un mapa. Colón albergó a los “náufragos” en su casa, prestándoles cobijo y sus servicios profesionales, a los 2 días murieron y Colón huyó de Lisboa. Las sospechas de que fuesen asesinados por el almirante, recaen en una carta que el Rey de Portugal Juan II, le hizo llegar en 1488, para que volviera, garantizándole que, no sería molestado por ningún crimen que hubiese cometido y que a la vista de que los Reyes Católicos habían llegado a un acuerdo con Colón, reconsideró su postura negativa en el pasado, cuando rechazó su proyecto. La carta rezaba así… “E  porque por ventura teedes algum rezeo de nossas justizias por razzano d’algunas cousas á que sejades obrigado. Nos por esta nossa carta vos seguramos por la vinda , stada e tornada que nos sejades preso, retendo, acusado, citado nem demandado por nemhua causa, ora seja civil, ora crima de qualque cualidade. “ No regresó a Portugal, era más que evidente el por qué y porque tenía en mente otros proyectos ya que se hizo con el mapa de Roger Bacon que estaba recogido en una colección de doce tratados, escritos por el cardenal Pedro de Ailly, hacia el año 1483 y que todavía se conserva, con notas marginales de Colón.

 


Colón consiguió que le recibiera la Reina Isabel, la Católica, porque al llegar a España huido de Portugal, disfrazado de franciscano, se introdujo en un convento de la orden y  persuadió al confesor personal de la Reina, que nunca lo quiso recibir, e hizo que al final lo llamara. Se dice que la expedición de Colón fue financiada por los judíos sefarditas que, expulsados de España, se les confiscó sus bienes y que es inexacto el hecho de que la Reina Isabel, ofreciera sus joyas, como cuenta la historia. El proyecto que presentó ante la reina y una comisión de geógrafos, fue para ir a Cipango en Japón, cuando en realidad se sabe que, los cálculos que exponía ente los estupefactos geógrafos, eran de la distancia que separaba las costas de Portugal de América, sin conocer este hecho ya que como es notorio él nunca fue consciente que estuvo en América, con lo cual los geógrafos rechazaron el proyecto, pero al final la Reina Isabel accedió a que se marchara, presionada por los influyentes judíos de su corte. Viajó bajo el estandarte de las cruces templarias, quizás por su privilegiada información obtenida, gracias a su incursión en la biblioteca de la Tesorería y haber tenido constancia del destino de los Caballeros después de su abolición, con el ansia de adueñarse de las riquezas de estos y bajo ese símbolo, como salvo conducto para ser reconocido como uno de ellos, al llegar a esas tierras y para hacer más creíble su “pertenencia” templaria, firmó algunos documentos de la manera críptica en que lo hacían los Caballeros.

 



Su vida está llena de incógnitas, de episodios turbios, su afán por las riquezas, crímenes cometidos contra los indígenas en los lugares dónde recaló, masacrados por la ciega brutalidad de sus invasores, la Inquisición y las ordenes de la fanática Isabel la Católica (que ironía) que decía “MATENLOS O CONVIERTANLOS”. La historia parece cómplice de un acuerdo tácito para que no se dilucide la verdad, como la famosa estampa que nos recuerda que la “generosa” Isabel, empeñó sus joyas para la noble gesta de Colón, cuando en realidad en el 1492 no poseía tales joyas, ya que fueron destinadas a financiar antes la conquista de Granada. Información existe por diversos escritos y autores de crónicas que sin ser partidistas, nos allanan paso a paso el camino, hasta que el Vaticano, depositario de documentos sobre Colón, se atreva improbablemente, a quitar la mordaza a tanta verdad oculta. 

 




Mapa de Martin Waldseemüller de 1507, representa las tierras de América, separadas por Asia.