UNA PEQUEÑA INTRODUCCIÓN
La Alquimia puede considerarse
como una antesala de la ciencia y una disciplina filosófica y hermética y
precursora de la química, dedicada a la transmutación de metales bajos en
metales nobles. Es una definición simple de lo que realmente es la Alquimia, pero en
realidad su extensión es más amplia. Se tiende a pensar que todo se reduce a la
obtención de oro, mediante transmutación de metales viles, pero esa es una
parte. En el plano espiritual, consiste en la transmutación del alma humana,
sutilizar la materia, reorganizando nuestro interior y regresando a lo
primigenio, a lo que antes de la caída, fuimos.
Para comprender la gran obra,
debemos conocer de que está hecho o compuesto todo lo que nos rodea y a
nosotros mismos. La piedra filosofal, es llegar al conocimiento supremo de la
creación, es reproducir el método del origen de todo lo que existe, aglutinando
todos los elementos del cosmos. Los 4 elementos de los que está compuesto todo
lo creado son: El fuego, el aire, la tierra y el agua. Sus significados no son
tan literales, dependiendo de la rama de la alquimia que se desarrolle. En la
alquimia espiritual, esos elementos significan: Fuego, es voluntad y
purificación, aire es la mente, tierra es la razón, agua es intuición y
regeneración. El simbolismo en la alquimia está patente en toda la obra, tanto
escrita como plasmada gráficamente. Es difícil entender tal simbolismo si no se
sabe el significado de la terminología y que hay detrás de las alegorías
reflejadas en innumerables láminas. Era necesario dotar a la alquimia de ese
hermetismo, para proteger los conocimientos a los ojos de los profanos y que no
cayeran en malas manos, a fin de evitar ser objeto de persecuciones, en unos
tiempos difíciles, en los que el conocimiento, era radicalmente destruido. Los
objetivos de la alquimia han sido, la inmortalidad, la transmutación de los
metales en oro y la
Panacea Universal para encontrar el elixir que cure todas las
enfermedades. Una de las premisas de la Alquimia es la unidad de la materia, esto es, que
todas las cosas están hechas de lo mismo.
Hermes Trismegisto en su breve
obra, La Tabla
esmeralda, resume todo el arte de La Gran Obra de la Alquimia.
I. Lo que digo no es ficticio, sino digno de crédito y cierto.
II. Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba
es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno.
III. Como todas las cosas fueron creadas por la Palabra del Ser, así todas
las cosas fueron creadas a imagen del Uno.
IV. Su padre es el Sol y su madre la Luna. El Viento lo lleva en su vientre. Su
nodriza es la Tierra.
V. Es el padre de la
Perfección en el mundo entero.
VI. Su poder es fuerte si se transforma en Tierra.
VII. Separa la Tierra
del Fuego, lo sutil de lo burdo, pero sé prudente y circunspecto cuando lo
hagas.
VIII. Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego,
nuevamente desciende a la
Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que
está abajo. Así ganarás gloria en el mundo entero, y la oscuridad saldrá de ti
de una vez.
IX. Esto tiene más virtud que la
Virtud misma, porque controla todas las cosas sutiles y
penetra en todas las cosas sólidas.
X. Éste es el modo en que el mundo fue creado.
XI. Éste es el origen de los prodigios que se hallan aquí [¿o, que se han
llevado a cabo?].
XII. Esto es por lo que soy llamado Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la filosofía
cósmica.
XIII. Lo que tuve que decir sobre el funcionamiento del Sol ha concluido.
Los textos de Alquimia están plagados de simbología no apta para profanos, precisamente ese era su cometido, para desalentar a quien no deseaba más, que encontrar el materialismo en ella, sin preocuparse en ahondar en el verdadero significado de la gran obra. Es la perfección personal, espiritual y sexual, que como hemos visto en el artículo “los Templarios y su verdad”, es una obra de transmutación interior y la sexualidad sagrada es una de las vías para alcanzarla, no en vano el psicólogo C. G. Jung denominó a la alquimia la precursora de psicoanálisis. Disciplinas orientales como al tantrismo o el taoísmo se centran en la transcendencia espiritual de la sexualidad, si bien es cierto que es una sexualidad bien entendida, la que promueve la unidad y la fusión de la pareja, la que está excluida de aberraciones y el simple intercambio de fluidos, una sexualidad amante, para elevarse a lo divino, la que regenera y da longevidad, pues la verdadera transformación es la del interior del ser. Lejos de parecer que la alquimia solo persigue la transmutación de metales viles en oro, es irreal, puesto que eso solo es un ejercicio de presditigitación, un acto material que todo alquimista debe eludir, ya que el principio fundamental de la alquimia es la purificación espiritual y sin ser puro, no se puede acometer la gran obra alquímica. Así pues el que alcanza la purificación, desestima la vía operativa de los metales, puesto que carecería de importancia. La gran mayoría de los autores, plasman en sus textos alquímicos, alegorías de bodas o nupcias, refiriéndose enmascaradamente a la unión sexual sagrada de dos seres, como refleja, por ejemplo, el tratado de Chistian Rosenkreutz “Las bodas alquímicas”. Nadie enseñará el camino, no hay maestros de alquimia y eso incluye que nadie enseñará a hacer oro y quien prometa lo contrario, miente. El oro alquímico es un secreto bien guardado de los que supieron dar con él. Personajes como Nicolás Flamel, Raimundo Lull, Paracelso, Fullcanelli, que hablaban del mercurio de los sabios y como prepararlo, se internan en sus escritos en unas sendas oscuras, que si bien nos fascinarán sus lecturas, jamás llegaremos a saber el secreto, pues no está desvelado. El objetivo operativo es lograr la “Piedra Filosofal” o Crisopeya, que sería el producto de numerosas operaciones de disolver y coagular “Solve et coagula”, amparadas por el calor constante del fuego, el que reproduce al calor del seno mismo de la tierra, pero no un fuego con llama violenta, no un fuego cualquiera, si no como nos dice Albert Poisson, el calor de una lámpara de aceite, con mecha de asbesto, cuyo resultado arrojaría, una sustancia semejante a un mineral o piedra, que podría adquirir diversos colores, blanco o rojo, para hacer la transmutación en plata y en oro, respectivamente, pero la más apreciada es la roja. Es el arte de descomponer para componer, morir para renacer e imitar a la naturaleza y su proceso, reproduciéndolo en su atanor, que es el horno o el calor de los alquimistas. En definitiva es llegar a la semilla primordial de las cosas, antes de ser lo que eran y acelerar el proceso natural de la tierra, que en ocasiones lleva hasta miles de años, para que todo sea lo que contemplamos, ¿qué fue el oro y una semilla antes de ser lo que fueron? (ver post- ¿Quiénes fuimos?). Esa materia primigenia de la cual emanan todas las cosas, por dispares que parezcan, es lo que se trata de concentrar en la “Piedra Filosofal” y con ella, poder regenerar cualquier elemento de los tres reinos, el animal, vegetal y mineral. Así mismo servía para curar al hombre de todos los males, rama a la que se dedicaba la espagiria y darle la longevidad, con el “Elixir de la vida”. Todo es una copulación Universal, por la que se crea todo lo demás. El benedictino Basilio Valentin en su obra “El Carro del Triunfo del Antimonio” dice… “Todas las cosas vienen de un mismo semen, y al origen todas han estado paridas por la misma Madre “. Sin duda era y es atrayente esta parte de la disciplina de la alquimia, para el que buscaba solo enriquecerse, pero como ya se ha dicho, si el operante no había transmutado en “oro” en sí mismo, espiritualmente, era considerado un corrupto y no era digno de acometer la gran obra. Cabe distinguir en este punto que el Alquimista es el que se decanta por la vía espiritual y el Soplador es el que, llevado por la codicia y el materialismo se aparta del conocimiento. Desmitificar la creencia de que se puede fabricar oro en cantidades industriales, no es cierto. Se necesita mucha energía para obtener una ínfima cantidad de oro, dispendios materiales, entre ellos oro.
La gnosis, llegar al conocimiento por sí
mismo, postula el principio de la
Emanación de una fuente única de todo lo que habita y compone
el Universo y a esa Emanación hemos de volver, objetivo primordial de la alquimia
o de lo que se denomina Reintegración.
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