Es una cuestión compleja, la de tratar de
explicar convenientemente y con términos asequibles lo que fuimos, antes de ser
lo que somos. Las enseñanzas herméticas, de las diferentes corrientes de
pensamiento, ya sean de índole iniciática, filosófica, religiosa, etc. Han
tratado de preservar, esas doctrinas a círculos reducidos, para garantizar la
continuidad así como para protegerla del profano, que por diferentes
circunstancias no estaba preparado para recibirlas. El ser humano, tal y como
lo conocemos actualmente y su origen, está recogido en diferentes tratados, que
fueron el estandarte de las enseñanzas iniciativas de escuelas de Egipto,
Grecia, y las corrientes que surgieron a raíz de ellas y el papel primordial de
la Alquimia,
como transmutación de la naturaleza y del ser humano, elemento inseparable de
la misma. No es todo más, que un compendio y unificación de una sola verdad,
una sola raíz, diseminada por diversas vías de aprendizaje. Del celo de que
esas verdades, no se revelaran más que aquellos dignos de ellas, fue por lo que
se instauró la necesidad de cubrirlas con un velo de simbolismos, para que
quien no tuviera el conocimiento preciso de esa simbología, no pudiera tener
acceso a su significado, si bien es cierto que ese celo, estaba más que justificado,
ya que el desvelar tales secretos, peligraba la integridad de los mismos y de
sus divulgadores.
A la gnosis, el conocimiento pleno, se
llega a través de la comprensión de los secretos y del trabajo interno. Nada
tiene que ver con la institucionalidad de una corriente religiosa única, que en
su diseminación, adoptó múltiples vías de expansión, para llevar ese
conocimiento, esa sabiduría de maestros a iniciados. Las diferentes mal
llamadas religiones (ya que religión significa, religare, volver a unir lo que
está separado) que surgieron después, desvirtualizando, contaminando y
ocultando esas enseñanzas, son las que provocaron el estancamiento del hombre
hacia su evolución. Es, conocer la historia del origen del hombre, desde que
fue un ser sutil, hasta convertirse en un ser denso, sumido en la materia y el
regreso de esa materia a su naturaleza primigenia.
Es necesario sintetizar,
esta vasta y compleja realidad, del origen de todo. Hemos de empezar por la
creación del soporte que engloba la existencia del ser humano y de la vida que
le rodea. El inicio de la
Tierra, estaba constituida por una masa similar a la turba,
que posteriormente se mineralizó. Era un tiempo en que nuestro Planeta formaba
parte de una Luna, que no es la actual y de la que se separó. Solo al
mineralizarse la Tierra,
es cuando fue capaz de reflejar la luz y así como la Tierra, igualmente para
todos cuerpos celestes. Tanto la
Tierra como el ser humano se han mineralizado, pero antes que
el hombre lo hizo el planeta. Antes de eso, el Todo solo era percibido
astralmente. Es a un estado astral, donde regresaremos, después de una intensa
densificación del ser humano llevada a cabo durante toda la historia. Al
principio fuimos creados por el poder de la palabra, es así como todo en la
creación se hizo posible, con la emisión del sonido que expresa un pensamiento
un deseo de que en el éter se forme la materia. El hombre físico no es más que
la representación del hombre etérico, que posee la misma forma que el físico,
pero que lo sobrepasa en cierta medida. Un ejemplo de modelo en proporción más
etérica que física, es la civilización que antecede a la nuestra, la de los
Atlantes. Antes de esta civilización el ser, era andrógino, poseía los dos
sexos, era totalmente etérico y podía crear un ser análogo a él, del mismo
éter, con solo el poder de la palabra, del pensamiento, del deseo. Lo que
separó el ser andrógino, en dos sexos fue el amor, la constancia de ese
sentimiento, que antes no poseía. De ese amor viven los dioses y de él se nutren.
Existe un elemento entre los dioses y el hombre, es el elemento luciferino, que
es el que induce al hombre a las bajas pasiones, Es necesaria la existencia, de
dos fuerzas, del bien y del mal, para la evolución del ser humano. La constante
densificación a partir de la civilización atlante, ha llevado al hombre a
despojarse del poder de actuar, sobre las fuerzas de la vida. Antes de esa
densificación, el hombre no tenía conciencia imaginativa, si no que era uno con
el Universo, participando del pensamiento universal. El hombre se hace
frecuentemente la misma pregunta, de cual es su misión sobre la Tierra y por que debe
volver a ella reiteradas veces. Es justo que se haga esa pregunta, pero la
respuesta es que, al contrario de lo que se piensa, de que el hombre regresa
dentro de un período corto de la existencia de la Tierra, en realidad se
vuelve a una Tierra nueva, que se establece en 2000 años, que es el lapso de
tiempo en que hay una humanidad nueva, que evoluciona y puede así seguir su
aprendizaje. Esos periodos entre reencarnaciones, están determinados por el
tránsito del Sol, por los signos del zodiaco. Nos encarnamos, pero no
eternamente, porque el ritmo de esas reencarnaciones, debe finalizar, pues el
hombre vino de un lugar y a él debe volver. Dependiendo de la clase de muerte
que se haya tenido, así se viene con diferentes disposiciones espirituales y
hace que el nuevo ser, se incline hacia lo espiritual o hacia lo material. Es
posible conocer el destino, el final de cuanto ha de acontecer físicamente,
pues ya se conoce germinalmente. Nada sucede en el plano físico, que no haya
sido planificado en el plano celestial, la forma en la que se haga, depende ya
de la libertad e iniciativa individual. En la sexta época, tendremos la Gnosis, el conocimiento
espiritual. Esta sexta etapa, será precedida de grandes cataclismos, que serán
necesarios para instaurar una séptima época, post atlántica, que será testigo
de formas y condiciones de vida, desconocidas por nosotros, en las que se
instaurará el estado espiritual. Actualmente se pueden ocultar en cierta
medida, todos los aspectos positivos o negativos, que pugnan en nosotros a los
ojos del prójimo, pero en la séptima etapa, eso no será posible, quedando en
evidencia, con lo cual la humanidad, se dividirá en dos razas, en seres de
fealdad o de belleza moral, condición que ya empieza a manifestarse. En la
sexta etapa es cuando el poder de transmutar el mal en bien, será más poderoso
y es necesario ese poder para que el bien impere y se realice la Alquimia espiritual. Es
entonces cuando vendrá el Apocalipsis, la verdadera revelación.
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