lunes, 10 de diciembre de 2012

DESPUÉS DE JACQUES DE MOLAY





En numerosas  ocasiones se intentó por parte de la iglesia y la monarquía, aglutinar en una sola orden a los Templarios y Hospitalarios bajo las mismas directrices y un mismo hábito, sin éxito. Siempre se habían negado los Templarios a semejante empresa, ya que ellos no compartían los mismos fundamentos que las demás órdenes. A caballo de los siglos XIII y XIV, se gestaron numerosos escritos orientados a la recuperación de Tierra Santa y a la resolución de los problemas, ya que la preocupación por la pérdida de Acre era evidente. 



Entre esas obras, a parte de las dedicadas por el médico Galvano de Bueno y Pierre Dubois, abogado del Felipe IV el Hermoso entre los años (1268-1314), con el libro “De recuperatione Terrae sanctae “, destacan los textos del religioso y polifacético escritor mallorquín del siglo XIII Ramón Llull, que desempeñó en el real palacio de D. Jaime II de Mallorca los cargos de senescal y mayordomo, en cuyas obras, “Quomodo Terra Sancta recuperari potest”, “   Liber de Fine “ y “  Liber de Acquisitione Terrae Sanctae “, recoge el plan llamado “Rex Bellator”, para la culminación de la unión de todas las ordenes tanto en Tierra Santa, como en la Península, bajo el mando de un rey guerrero, viudo o soltero. 



Estaba prevista, a parte de una incursión bélica, para la recuperación de Tierra Santa, una ofensiva espiritual mediante la instrucción de un grupo de frailes en lenguas árabes. Los propósitos de Llull eran que, la cabeza de este proyecto, como “Rex Bellator” fuera el rey Jaime II de Aragón o su hijo Jaime de Aragón y de Anjou. Esta idea no era bien recibida por Felipe IV “El hermoso”, que también disputaba semejante nombramiento y cuyo título sería el de “Rex pacis”. La culminación de este proyecto, significaba un gran poder y quién lo ostentara se posicionaría en el liderazgo del mundo, por ese motivo el rey Jaime II, tenía especial interés en conseguir tal poder y para ello debía mediar en la liberación del que sería el sucesor del Gran Maestre Jacques de Molay, Dalmau de Rocabertí, último jefe militar templario, (hijo del vizconde de Peralada Rocabertí, Dalmau VI de Rocabertí), capturado en la isla de Arwad (Siria) en 1302 y posteriormente trasladado junto a otros caballeros a El Cairo, después de que unos 900 templarios entre sargentos y turcoples (ayudantes sirios) fueran ejecutados en la guarnición templaria de Arwad. Numerosas embajadas a Egipto se enviaron para intentar la liberación de Rocabertí entre los años 1303 – 1306, comandadas por el templario Eymeric de Usall mediando ante el sultán An-Nàssir sin conseguirlo y posteriormente en otra embajada enviada en 1315, fue cuando Dalmau de Rocaberti fue liberado, regresando a Cataluña falleciendo años después en 1326, en el monasterio de Santa Maria de Vilabertrán, Girona. 









No es de extrañar que Rocaberti se convirtiera en el sucesor de Molay al regresar a Cataluña y ostentara el cargo de Gran Maestre hasta su muerte, ya que gozó de la más alta consideración entre los templarios catalanes. Luego, la cadena de maestres, no fue interrumpida, al coger el relevo de Jacques de Molay, Dalmau de Rocaberti. Teniendo en cuenta todo lo relatado y el desmesurado interés de Felipe IV de Francia en alzarse como “Rex Pacis”, ya que quiso ingresar en la orden del temple, al fallecer su esposa Blanca I de Navarra, siendo rechazado por la orden y el intento por conseguir la unificación de todas las ordenes en 1301, tras entrevistarse Llull con Molay en Chipre, a lo que se negó el gran maestre  y reiteró una vez más en la convocatoria de 1306 en Poitiers por el Papa Clemente V, todo ello confluyó, a parte de las motivaciones económicas, al apresamiento, ejecución de los templarios y la abolición de la orden. 



domingo, 21 de octubre de 2012

BREVE HISTÓRIA DE LA CARTOGRAFÍA



La cartografía nace de una necesidad del hombre que le lleva a plasmar la realidad, del entorno en el que mora y por el cual se desplaza.  Desde la observación paciente de la repetición de sucesos, que nos remontan al Paleolítico, ya se tiene constancia de los primeros esbozos, que muestran la intención de recordar ubicaciones e itinerarios. Si bien es cierto, que existen representaciones gráficas que datan de miles de años antes de nuestra era, lo que entendemos por cartografía, es la representación en diversos soportes de la totalidad o partes de la tierra o del universo, conformando mapas, cartas o planos. Podemos citar como uno de los mapas más antiguos que se tiene constancia, una tablilla de arcilla, que representa a escala, la antigua ciudad de Mesopotamia de Nippur y data de unos 1500 años antes de Cristo.



El concepto de distancia al elaborar los mapas era muy importante y se regían por valores como, los días de navegación, de viaje, recorridos etc, dando lugar a la expansión de disciplinas como las matemáticas, la astronomía, física, geografía etc. Al principio fueron unos mapas precarios, con visión de una tierra plana, dando paso a una concepción esférica intuida por Aristóteles (384-322 a.C.), apoyándose en la teoría de Parménides  (514-450 a.C.). Eratóstenes de Carene (276-195 a.C.) calculó el diámetro y la circunferencia de la Tierra. Marino de Tiro inventó el sistema de localización en la Tierra por medio de los meridianos (el 0º lo situó en las Islas Afortunadas, hoy Canarias) y paralelos, cuyo origen localizó en Rodas, situado a 36º N.  Con  Claudio Ptolomeo de Alejandría (90-160 d.C.), se da un paso muy importante en el mundo de la cartografía, culminando sus conocimientos geográficos con el primer atlas del mundo conocido. Nació en el Alto Egipto entre el año 85-100 de nuestra era, sabio astrónomo, matemático y geógrafo, vivió en Alejandría durante el reinado de Marco Aurelio, Falleció en Alejandría hacia el año 175, siendo director de la gran Biblioteca. Allí pudo desarrollar sus estudios en astronomía, geografía, matemáticas, física y música. Son importantes sus obras en astronomía como el gran tratado “Almagesto” y en geografía en la obra “Registro de ciudades”, que contiene un catálogo de las ciudades del mundo localizadas mediante latitud y longitud, recogida en su obra “Geographia".

 

 

La cartografía y su historia es tan amplia como lo que se pretendía abarcar, floreciendo a lo largo del los siglos cartógrafos y escuelas de cartografía, que han dejado bellísimos e importantes testimonios, de los que se han nutrido numerosos navegantes y exploradores, para emprender y culminar sus sueños y hazañas.

Nos adentramos en la Edad Media y observamos que está ausente el interés rigurosamente científico, que caracterizaba a la era clásica. Predominaba el carácter religioso, simbólico y así se plasmaba en todo, fruto de la represión religiosa que consideraba pagano, todo conocimiento que no se ajustaba a los cánones. Así fue como permanecieron dormidos y arrinconados en los scriptorium de los monasterios, muchos tratados, escritos y material cartográfico. Por esta razón, en la Alta Edad Media, comprobamos una explosión de cartografía, si bien de indudable valor artístico, pero de ningún interés científico y llena de ingenuidad. En la biblioteca de Albi, en Languedoc, Francia existe un mapamundi fechado en el año 750 D.C. Está encuadernado en un manuscrito del siglo VIII, mide 29 x 23 cm, de origen merovingio. Su contenido pone de manifiesto la ingenuidad a la que aludíamos antes, representando un mero esbozo distorsionado de Judea apareciendo en el sur del Mediterráneo, Antioquia al sureste de Jerusalén, Creta hacia el norte de Chipre, Cerdeña, al norte de Córcega, y el Ganges en el sur de África. Los mapas de esta época, están hechos en pergamino y repletos de símbolos para hacer comprensibles los contenidos ya que la mayoría no sabía leer ni escribir. Aparecen los típicos mapas en “T” y “O·”, llamados "Orbis Terrarum" representando en el primero a los tres ríos de paraíso terrenal y a los tres continentes conocidos, Europa, Asia y África, al segundo en “O” por la circunferencia de la Tierra, son los llamados diagramas Isidorianos, inscribiéndose en las Etimologías de Isidoro de Sevilla (560-636) y sirviendo de inspiración a los mapamundi recogidos en los códices Beatos. Estos códices deben su nombre al Beato de Liébana, un monje que vivió en el siglo VIII en el valle cántabro de Liébana.










En la baja Edad Media, se han constituido los reinos y es el auge del comercio de mercancías, toman protagonismo los “mapamundi” repletos de esquemas, anotaciones y significado. A finales del siglo XIII irrumpió una nueva cartografía, auspiciada por el uso de la brújula, desarrollando unas cartas náuticas, basadas en cálculos muy precisos. Estas cartas náuticas, son las llamadas Portulanas o mapas Portulanos y describen las rutas marítimas, las costas y sus relieves, así como mareas, vientos, la toponimia, la orientación y trazado de los rumbos. Las primeras cartas Portulanas aparecen en Génova, Venecia y Palma de Mallorca. Durante el siglo XIV hay dos tipos de cartas Portulanas, uno sobrio desarrollado por las escuelas cartográficas italianas y otro más esmerado e ilustrado de la escuela catalano-mallorquina y viene a culminar en el Atlas Catalán de los Cresques. La escuela cartográfica de Cresques, fue capitaneada por dos cartógrafos judíos, padre e hijo, Abraham Cresques y Jehuda Cresques, cuya autoría del célebre atlas catalán, se les atribuye. Fue una de las escuelas más importantes de la Baja Edad Media. 




 


Entramos en el Renacimiento en pleno siglo XV, donde se aprecia una cartografía fructífera y preciosista. Aunque los Portulanos siguen permaneciendo hasta el siglo XVII, en esa época se incidió en los mapamundis circulares, representando el globo terráqueo y la esfericidad de la tierra, mostrando su incidencia en el Atlántico, mostrando las rutas marítimas de comercio de las costas occidentales de Europa y África. Durante el reinado de João I (1385-1433) aparece la Escuela Cartográfica de Sagres, cuya aportación personal estuvo comandada por Enrique I “El navegante” (Oporto, 4 de marzo de 1394 - Sagres, 13 de noviembre de 1460), Infante de Portugal y primer duque de Viseu. El 25 de Mayo de 1420, fue nombrado Gran Maestre de la Orden  de Cristo, que sucedió a la Orden del Temple, cargo que ostentó hasta su muerte. Se rodeó de los mejores sabios, cartógrafos, navegantes etc, alentando las navegaciones exploratorias a lo largo de la costa occidental de África. Entre las colaboraciones destaca la Escuela Cartográfica de Cresques, antes mencionada. Por la misma época cabe destacar, las cartografías de los hermanos Colón y Juan de la Cosa, que acompañó a Cristóbal Colón en su expedición, como maestre de la “Santa María".

Otra escuela cartográfica importante que surge en el siglo XVI, es la escuela francesa de Dieppe, famosa por sus mapamundis o cartas de Dieppe. Tuvieron una colaboración con la escuela portuguesa, que se plasma claramente en las inscripciones en ese idioma de sus cartas. Tienen una característica común estos mapas y es la presencia de la Rosa de los vientos. En ellos se aprecia los intentos de los franceses por conquistar Canadá y de los españoles por la conquista de Perú. Muy importante la aportación en el siglo XVI de Gerard Kremer, más conocido como Gerardus Mercator (5 de marzo de 1512 – 2 de diciembre de 1594), un matemático, astrónomo y geógrafo que ideó la proyección cartográfica cilíndrica para elaborar planos terrestres. Fue el primero que ideó la concepción de la tierra como un globo hinchable introduciéndolo en un cilindro, imprimiendo en la cara exterior el mapa, lo que se conoce hoy en día como los globos terráqueos. Así mismo utilizó la palabra atlas para definir a un conjunto de mapas. Fue amigo y compañero del también cartógrafo Abrahan Ortelius , que en 1570 publicó por primera vez su obra más importante, el Theatrum Orbis Terrarum. En España en el siglo XVI la escuela de Sevilla produjo el mapa de Américo Vespucio que dio nombre al Nuevo Continente. Mención destacada en lo referente al enigmático mapa del almirante turco Piris Reis, fechado en 1513 y el que se conserva solo un fragmento de lo que podría haber sido un mapamundi, está elaborado en cuero de gacela. El siglo XVI fue prolífico en expediciones y descubrimientos. 






Hacia la segunda mitad del siglo XVI en adelante, tomaron protagonismo las cosmografías, que fueron las precursoras de los grandes atlas.  Las cosmografías eran libros extensamente documentados que abordaban disciplinas en diversos campos, como la astronomía, matemáticas, geometría, geografía, historia etc. La primera cosmografía la publicó en 1507 Martín Waldseemüller. En el siglo XVII evolucionan los cartógrafos extranjeros, para realizar las representaciones de la Península Ibérica ya que la participación de los españoles era escasa, destaca en este campo el cartógrafo  Willen Janszoon Blaeu (1571, Uitgeest or Alkmaar – 21 de octubre, 1638, Ámsterdam), cuyos hijos Joan Blaeu y Cornelius Blaeu, continuaron su obra a su muerte.  El observatorio de París en el año 1667, que es el más activo en esa época, tiene como meta elaborar el mapa topográfico de Francia. Aunque sería en el siglo XVIII, el siglo de oro para la cartografía española, ya en el XVII se crean los centros científicos y de enseñanza como la Real Academia de Guardamarinas de Cádiz o la Real Academia de Matemáticas de Barcelona y se fundan el Observatorio de Cádiz y el de Madrid. Destaca el trabajo cartográfico de Tomás López, realizando el Atlas Geográfico de España de 1804, donde sus hijos recogen los principales mapas realizados en el siglo anterior. También realizó uno de los atlas escolares más antiguos, formado por 27 mapas.






El siglo XIX, fue un período crucial para la cartografía, solo Francia disponía de un mapa topográfico y la utilidad militar de dichos mapas, era evidente. Esa necesidad da paso a la cartografía militar. Para ello se funda en septiembre de 1870 el Instituto Geográfico y Estadístico bajo la dirección del general Ibáñez de Íbero, cuya principal misión es la realización del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000. El auge de los adelantos técnicos, permite ya en el siglo XX la cartografía obtenida por medios aéreos, desarrollándose en el I Guerra Mundial y perfeccionándose en la Segunda Guerra Mundial. El lanzamiento de satélites, también permitió más exactitud a la hora de elaborar cartas más precisas. Los Estados Unidos, lanzaron en 1966 el satélite Pageos y continuaron en la década de 1970 con los tres satélites Landsat. Desde 1991, los datos que envían los satélites de radar europeos ERS1 y ERS2 es almacenada y analizada.  En la actualidad son los sistemas  GIS (Sistemas de Información Geográfica), los que combinan, bases de datos, estadísticas e imágenes. Son de gran utilidad ya que entre otras aplicaciones, están disponibles en Internet, en calidad 3D.

ENLACES DE INTERÉS:


Geografía de Ptolomeo

http://dpg.lib.berkeley.edu/webdb/dsheh/heh_brf?Description=&CallNumber=HM+1092 


Cosmografía de Martín Waldseemüller

 http://lcweb2.loc.gov/cgi-bin/ampage?collId=rbc3&fileName=rbc0001_2008thacher16176page.db

 

Geografía de Willem Janszoon Blaeu.

http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/03699515344605573332268/index.htm 


FONDOS CARTOGRÁFICOS DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL. ESPAÑA. SIGLOS XVI-XIX

http://www2.ign.es/fondoscartograficos/ 







 



martes, 25 de septiembre de 2012

LA INQUISICIÓN. EL BRAZO CRIMINAL DE LA IGLESIA






La Santa Inquisición, se estableció en el siglo XII por el Papa Inocencio III ex profeso, para perseguir a los herejes, con especial interés por los albigenses, previa bula en 1184 del Papa Lucio III, “Ad abolendam”.  Ahí se fraguó le cruzada criminal que se extendió por varios países, inundándolos de terror. Sin olvidar que en 1308 el Papa Clemente V, mandó detener en los reinos de Castilla y Aragón a los Caballeros Templarios. Cualquier pretexto valía para condenar a alguien, que no fuera de su agrado y conminaba a los ciudadanos a que se denunciaran entre sí. Era la autoridad suprema que hacía y deshacía a su antojo, cometiendo abusos de toda índole, excomulgando, aprobando y denegando bulas. Fue el artífice de asesinar en 300 años a miles de personas solo en España y si añadimos el resto de los países, donde dejó la huella de sus atroces actos, entre ejecuciones, ajusticiamientos por torturas que acababan en muerte, penas cumplidas en galeras etc, el número sería millonario. Algunos de ellos ajusticiados en las hogueras, en modalidad de “estatua” ya bien por ser fugitivos o estar ya fallecidos, pero igualmente se les tenía que aplicar la pena, que en el caso de los ya enterrados, se ordenaba exhumar y quemar sus restos. Lejos de ser un tribunal orientador, como muchos pretenden hacer creer, no se vio ni un atisbo de tal vocación, pues es notorio que no orientaron a nadie, salvo a las hogueras, no sin antes ablandar sus cuerpos en los potros y diversos artilugios de tortura fabricados para tal menester, por mentes depravadas, con el único objeto de proferir los más elevados sufrimientos. No menos depravados son los manuales redactados para contemplar, las disciplinas y procedimientos de interrogatorios a los reos y en el caso de los procesos contra personas acusadas de brujería, el célebre manual escrito por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, el “MALLEUS MALEFICARUM”, el martillo de las brujas (enlace de descarga al final del articulo), tampoco se salvaban del ajusticiamiento los libros que consideraban contrarios, ofensivos, susceptibles de herejía y para ello redactaron un índice de los libros que debían ser retirados o destruidos el “INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM”(enlace de descarga al final del articulo), son de consideración los tratados de los inquisidores dominicos como, Raimundo de Peñafort (Decretales, Barchinonae, 1234.), Bernardo Gui (Practica seu tractatus Officii inquisitionis, Tolosae, c. 1307-1323.) y Nicolás Eymeric (Directorum Inquisitorum, Aviñon, c. 1376.). La Inquisición o llamada también, tribunal del Santo Oficio, se implantó en España, compuesto por algunos Franciscanos y especialmente nutrido por la orden de los Dominicos, en el reino de Aragón, extendiéndose más tarde por diversos países y continentes, estableciendo las inquisiciones americana, portuguesa y romana. 


La inquisición española estuvo instaurada en la Corona de Aragón bajo la dirección de S. Raimundo de Peñafort, que más tarde al anexionarse con la Corona de Castilla, en el reinado de los Reyes Católicos, se institucionalizó en Sevilla a cargo del dominico Fray Tomás de Torquemada en 1483, nombrándolo primer inquisidor general. Durante los años que duró su ministerio hasta su muerte en 1498, el saldo de víctimas que tuvo en su haber fue de, 10.220 personas vivas quemadas, 6.860 quemadas muertas y 97.321 persona a las que arruinó la vida y a sus familias, confiscando sus bienes, quemando libros, pinturas, esculturas etc.
 Resulta contradictorio que Torquemada, consciente de haberse granjeado muchos enemigos, se hiciera proteger, a parte de un elevado número de personas, de un asta de unicornio que según él, tenía la virtud de inutilizar el poder de los venenos. ¿No sería esto motivo suficiente para Torquemada, para acusar a cualquier persona de brujería y quemarlo en la hoguera? Era obvio el odio del pueblo español hacia los inquisidores, cuya justicia popular hizo que perecieran algunos de ellos acuchillados a los pies de los altares, encabezando esa lista el Dominico Pedro de Pladis, no sin antes llevar el honor de ser el primero en morir, el 15 de Enero de 1208, en Francia Pierre de Castelnau, legado pontificio de la orden del Cister.




La Inquisición, no solo persiguió al pueblo llano si no a cualquier persona de toda clase y condición, fueran nobles, clérigos o literatos, matemáticos o artistas, que consideraban contrarios a sus intereses. Los delitos eran variados, como la blasfemia, herejía, ser judío, poligamia, homosexualidad, brujería, etc. Valiéndose de la esperanza y el temor de las gentes, fundamentos y pilares para le gestación de cualquier religión, acrecentaron hasta límites insostenibles los miedos, al azotar con su psicopatía, las almas de los que se supone, habían de guiar. Dando una visión de un Dios sanguinario y déspota, no viendo ningún resquicio de benevolencia, disfrazando como tal, la purificación de las almas por el fuego. Ahogando la verdad, el conocimiento y la libertad, para mantener una masa ingente de seres humanos, sumidos en la ignorancia y el terror, se llega a la fácil conclusión que, los componentes de esa fragua de psicópatas asesinos en serie, eran los verdaderos herejes y haber sido juzgados por genocidio.
La biografía de esta lacra de la humanidad es extensísima e imposible de abarcar en un escueto espacio de explicaciones, se intentará no obstante de encumbrar los hechos más relevantes de la historia, si bien es cierto que una imagen vale más que mil palabras, la voluntaria ausencia de prosa, será sustituida por pruebas documentales, que serán de mayor rigor y respaldo a lo que aquí se expresa.



La primera contradicción de esta institución criminal, la refleja su propio escudo. En él vemos reflejados a ambos lados de una cruz, de madera verde que no se consume por el fuego, significa esperanza y salvación eterna para los herejes, así como la advertencia de que, esos mismos herejes, no habrían de destruir jamás a la iglesia. Una rama de olivo a la izquierda, como símbolo de paz y una espada a la derecha, como símbolo de justicia, todo ello con un fondo negro que hace patente el cínico luto de la iglesia católica por los herejes y rodeado de la leyenda en latín “Exurge , Domine, judica, causam, tuam” ( Álzate, oh Dios, a defender tu causa ) del salmo 73 v. 22. Debieron olvidar este evangelio de S. Juan que reza así en el Cap. III.V. 17.) “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.
El pueblo también se defendía ante tales injusticias, tejiendo una historia que se negaba a perecer bajo el yugo de los inquisidores y sus sentencias. En Parma se sublevó la ciudadanía, en 1279 ante la barbarie de las ejecuciones en la hoguera de tanta gente y liberó a una mujer que iba a ser ajusticiada, acto seguido irrumpieron en el convento de los Dominicos, saqueándolo y apaleando a los frailes, expulsándolos de la ciudad. En Zaragoza se alzaron en armas por mucho tiempo, en 1485 cuando los Reyes Católicos establecieron la Inquisición por orden de Torquemada. Sucedieron las mismas sublevaciones contra el Santo oficio, en ciudades como Valencia, Sevilla, Mallorca, en Córdoba se sublevaron contra el inquisidor llamado Lucero, a causa de la crueldad con la que perseguía a los judíos conversos. Comandados por el marqués de Priego, libertaron a los judíos. Dicen las crónicas que el inquisidor Lucero cantaba una especie de estribillo que decía “Dámele judío, y dártele he quemado”.

Las sospechas sobre un reo se dividían en: Leves, vehementes y vehementísimas o violentas. Dependiendo de cada una, así se aplicaban las penas. Excomulgación, cárcel perpetua, escarnio público mediante la puesta de hábito y capirote, que en España se llamó San Benito, tortura, confiscación de sus bienes, privación de honores y dignidades, muerte por decapitación y posterior incineración, muerte en la hoguera vivo. En las celebraciones de los autos de fe, se hacía el pertinente aviso en toda la comarca, para que asistieran al acto. Se preparaba un tablado en la plaza y se procedía a leer la relación de crímenes a los acusados, que dependiendo si habían manifestado arrepentimiento o no, eran entregados al brazo secular, o sea a las autoridades civiles para ser quemados vivos o puestos a disposición del verdugo, que lo decapitaba y posteriormente se arrojaba su cadáver a la hoguera. Es soberanamente cínico e hipócrita que los inquisidores pusieran una cláusula, rogando a los jueces civiles, no imponer la pena capital, cuando es sobradamente manifiesto que se limitaban a ejecutar las ordenes de la inquisición, pero el Santo oficio hacía recaer la responsabilidad, sobre las autoridades civiles y que, en caso de negativa del juez a quitar la vida a un reo, se le abría proceso de sospechoso de herejía. Es de obligada mención el escalofriante dato de que en los arzobispados de Sevilla y Cádiz, solo en el año de 1481, fueron quemados en persona 2000 judaizantes y en estatua otros tantos, además de 17 mil penitenciados. Entre los ajusticiados había muchos ricos, cuyos bienes fueron confiscados. Las ejecuciones eran tan numerosas que el gobernador de Sevilla, mandó construir en el campo llamado la Tablada, un cadalso permanente que se llamó Quemadero, que permaneció en pie hasta el año 1810, construyéndose en su lugar, la batería de defensa contra  los franceses.

Mencionar así mismo el proceso de Logroño en 1610, en el que se juzgó el caso de las brujas de Zugarramurdi, en una colaboración entre España y  Francia, para combatir a los brujos. En Burdeos el juez Pedro de Lancre, condenó a la hoguera a 700 brujos del Labourd francés, en España en Logroño, en los días 7 y 8 de Noviembre de 1610, se condenó a los brujos y brujas de Navarra y el día 11 a las brujas de Zugarramurdi, 5 quemados en estatua y 6 en persona, al día siguiente fueron ajusticiadas 42 personas por diversos delitos.




Para extraer confesión a los reos, es sobradamente conocido el procedimiento por el cual obtenían las confesiones, las torturas. Un catálogo refinadamente siniestro de vejaciones y sufrimientos proferidos contra las víctimas. Estaba prohibido dar más de un tormento a un reo, sin otro fin que conseguir que llegaran vivos a la hoguera, pero los más sanguinarios inquisidores, acudían a la treta lingüística para denominar suspensión a la tortura que ya hablan aplicado, dando a entender que no se había llevado a cabo y se reanudaría en otro plazo. Daban las instrucciones pertinentes, para que ningún reo torturado, pereciese en dicho acto, para poder seguir infringiéndole el tormento, en cuanto se repusiera. Pero muchos morían ante el insufrible dolor y las enormes heridas e infecciones que padecían. No cabe el relato pormenorizado de los tormentos padecidos por tanto inocente, ya que la historia nos ha dejado numerosas muestras gráficas de las escenas que se padecieron.














Resulta vergonzoso comprobar, como personajes de la literatura, grandemente encumbrados, hayan hecho apología de la Inquisición, como Lope de Vega, en sus autos sacramentales, ensalzando el Santo oficio, no es vano se puede comprobar que era lo que se denominaba, familiar del Santo oficio, nombre que se les daba a los colaboradores laicos de este despreciable tribunal. En los numerosos autos sacramentales de Lope de Vega podemos encontrar muestras de su exacerbada admiración por el Santo oficio, como las siguientes…“Que solo Dios es Inquisición, que solo verdad profesa”… “Bien hayáis, Reyes, Amén, que aquel Santo Tribunal habéis puesto en tal estado, porque el Santo Oficio, no habéis hecho beneficio a España”…”Pues que soy la Fe de España y la Inquisición me anima, a quien Don Felipe Quarto, de tal suerte resucita, que para mí solo forma, el palacio donde habita”…” Suspéndase mil mahomas en las encinas de Argel y del Peñol de una entena, todo luterano inglés”…”Será imposible que entréis en casa si no hacéis información de limpieza, es el estatuto tal, que el que aprueba su rigor, puede ser inquisidor, canónigo o cardenal”. Si bien es cierto que no es de sorprender, ya que la historia nos demuestra frecuentemente que hay mucho pedestal ocupado, por quien debería estar sentenciado.


Hubo otras inquisiciones a lo largo de la historia y de la geografía donde si bien son dispares los lugares, es un único sufrimiento. Cabe nombrar Cartagena de Indias, Filipinas, provincias de la Plata, Lima y como olvidar, el horror vivido en la ciudad de Salem, Massachusetts, condado de Essex, Nueva Inglatera, en el siglo XVII y que se extendió por varios condados. En esos procesos se juzgaron a más de 150 personas, a causa de una histeria colectiva provocada por las hijas de la familia del reverendo Parris, Bettty, Elizabeth y Abigail Williams. 






Sea como fuere, por la histeria de unas niñas, o por envidias entre familias o intoxicación por alguna clase de agente patógeno como el cornezuelo del centeno, hipótesis que apuntan algunos investigadores, lo cierto es que muchas personas se vieron injustamente juzgadas de brujería y condenadas a penas de ejecución por ahorcamiento y cárcel perpetua. Tal es el caso de Rebecca Nurse ahorcada el 19 de julio de 1692 a la edad de 71 años y con ella la relación siguiente.


Ejecutados por horca.
  1. Bridget Bishop, ahorcada el 10 de junio 1692
  2. Sarah Good, ahorcada el 19 de julio de 1692
  3. Elizabeth How, ahorcada el 19 de julio de 1692
  4. Susan Martin, ahorcada el 19 de julio de 1692
  5. Rebecca Nurse, ahorcada el 19 de julio de 1692
  6. Sarah Wildes, ahorcada el 19 de julio de 1692
  7. George Burroughs, antiguo reverendo de Salem, acusado de ser el jefe de todas las brujas y ahorcado el 19 de agosto de 1692
  8. Martha Carrier, ahorcada el 19 de agosto de 1692
  9. John Williard, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  10. George Jacobs, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  11. John Proctor, ahorcado el 19 de agosto de 1692
  12. Martha Corey, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  13. Mary Eastey, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  14. Alice Parker, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  15. Mary Parker, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  16. Ann Pudeator, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  17. Wilmot Red, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  18. Margaret Scott, ahorcada el 22 de septiembre de 1692
  19. Samuel Waldwell, ahorcado el 22 de septiembre de 1692

Otros juzgados.
  1. Tituba, acusada, esclava de los Parris,se declaró culpable, perdonada, vendida como esclava
  2. Dorcas Hoar, condenada el 6 de septiembre, indultada
  3. Abigail Willians, condenada el 6 de septiembre, indultada
  4. Mary Bradbury, condenada el 6 de septiembre, fugada de prisión
  5. Sarah Cloyc, condenada el 6 de septiembre, indultada
  6. Mary Lacy, condenada el 6 de septiembre, indultada
  7. Rebeca Eames, condenada el 17 de septiembre, indultada
  8. Giles Corey: condenada el 19 de septiembre, cadena perpetua
  9. Abigail Faulkner, embarazada y condenada, cadena perpetua
  10. Elizabeth Proctor, embarazada y condenada, cadena perpetua
  11. Ann Foster, murió en prisión
  12. Sarah Osborne, murió en prisión.


Retorcida en su fondo y forma,La Inquisición confisca, juzga, tortura y sentencia a muerte por vía eclesiástica, pero delega por vía civil el cumplimiento de una orgía de sangre y brutalidad. Todo ese odio y ensañamiento contra inocentes, no era más que la institucionalización del deseo de una serie de especimenes retorcidos, que se masturbaban con la visión del horror, dando rienda suelta a sus taras mentales, con las cuales fueron paridos por mujeres que, arrastraron sus vaginas, por el lodo de sacristías y confesionarios. Todo esto con la connivencia de papas y reyes.


DOCUMENTACIÓN ADICIONAL.

Posicionando el ratón en todas las imágenes de este blog, se ve la especificación del archivo.





















ENLACES DE INETERÉS.


Descarga del “Maellus Maleficarum”

Descarga del “INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM”



HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE LIMA.


HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE CHILE.


HISTORIA DEL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE MEXICO.
(Poner en el buscador de la biblioteca el titulo de la obra)

HISTORIA DE LA INQUSICIÓN EN LAS ISLAS CANARIAS.