domingo, 21 de octubre de 2012

BREVE HISTÓRIA DE LA CARTOGRAFÍA



La cartografía nace de una necesidad del hombre que le lleva a plasmar la realidad, del entorno en el que mora y por el cual se desplaza.  Desde la observación paciente de la repetición de sucesos, que nos remontan al Paleolítico, ya se tiene constancia de los primeros esbozos, que muestran la intención de recordar ubicaciones e itinerarios. Si bien es cierto, que existen representaciones gráficas que datan de miles de años antes de nuestra era, lo que entendemos por cartografía, es la representación en diversos soportes de la totalidad o partes de la tierra o del universo, conformando mapas, cartas o planos. Podemos citar como uno de los mapas más antiguos que se tiene constancia, una tablilla de arcilla, que representa a escala, la antigua ciudad de Mesopotamia de Nippur y data de unos 1500 años antes de Cristo.



El concepto de distancia al elaborar los mapas era muy importante y se regían por valores como, los días de navegación, de viaje, recorridos etc, dando lugar a la expansión de disciplinas como las matemáticas, la astronomía, física, geografía etc. Al principio fueron unos mapas precarios, con visión de una tierra plana, dando paso a una concepción esférica intuida por Aristóteles (384-322 a.C.), apoyándose en la teoría de Parménides  (514-450 a.C.). Eratóstenes de Carene (276-195 a.C.) calculó el diámetro y la circunferencia de la Tierra. Marino de Tiro inventó el sistema de localización en la Tierra por medio de los meridianos (el 0º lo situó en las Islas Afortunadas, hoy Canarias) y paralelos, cuyo origen localizó en Rodas, situado a 36º N.  Con  Claudio Ptolomeo de Alejandría (90-160 d.C.), se da un paso muy importante en el mundo de la cartografía, culminando sus conocimientos geográficos con el primer atlas del mundo conocido. Nació en el Alto Egipto entre el año 85-100 de nuestra era, sabio astrónomo, matemático y geógrafo, vivió en Alejandría durante el reinado de Marco Aurelio, Falleció en Alejandría hacia el año 175, siendo director de la gran Biblioteca. Allí pudo desarrollar sus estudios en astronomía, geografía, matemáticas, física y música. Son importantes sus obras en astronomía como el gran tratado “Almagesto” y en geografía en la obra “Registro de ciudades”, que contiene un catálogo de las ciudades del mundo localizadas mediante latitud y longitud, recogida en su obra “Geographia".

 

 

La cartografía y su historia es tan amplia como lo que se pretendía abarcar, floreciendo a lo largo del los siglos cartógrafos y escuelas de cartografía, que han dejado bellísimos e importantes testimonios, de los que se han nutrido numerosos navegantes y exploradores, para emprender y culminar sus sueños y hazañas.

Nos adentramos en la Edad Media y observamos que está ausente el interés rigurosamente científico, que caracterizaba a la era clásica. Predominaba el carácter religioso, simbólico y así se plasmaba en todo, fruto de la represión religiosa que consideraba pagano, todo conocimiento que no se ajustaba a los cánones. Así fue como permanecieron dormidos y arrinconados en los scriptorium de los monasterios, muchos tratados, escritos y material cartográfico. Por esta razón, en la Alta Edad Media, comprobamos una explosión de cartografía, si bien de indudable valor artístico, pero de ningún interés científico y llena de ingenuidad. En la biblioteca de Albi, en Languedoc, Francia existe un mapamundi fechado en el año 750 D.C. Está encuadernado en un manuscrito del siglo VIII, mide 29 x 23 cm, de origen merovingio. Su contenido pone de manifiesto la ingenuidad a la que aludíamos antes, representando un mero esbozo distorsionado de Judea apareciendo en el sur del Mediterráneo, Antioquia al sureste de Jerusalén, Creta hacia el norte de Chipre, Cerdeña, al norte de Córcega, y el Ganges en el sur de África. Los mapas de esta época, están hechos en pergamino y repletos de símbolos para hacer comprensibles los contenidos ya que la mayoría no sabía leer ni escribir. Aparecen los típicos mapas en “T” y “O·”, llamados "Orbis Terrarum" representando en el primero a los tres ríos de paraíso terrenal y a los tres continentes conocidos, Europa, Asia y África, al segundo en “O” por la circunferencia de la Tierra, son los llamados diagramas Isidorianos, inscribiéndose en las Etimologías de Isidoro de Sevilla (560-636) y sirviendo de inspiración a los mapamundi recogidos en los códices Beatos. Estos códices deben su nombre al Beato de Liébana, un monje que vivió en el siglo VIII en el valle cántabro de Liébana.










En la baja Edad Media, se han constituido los reinos y es el auge del comercio de mercancías, toman protagonismo los “mapamundi” repletos de esquemas, anotaciones y significado. A finales del siglo XIII irrumpió una nueva cartografía, auspiciada por el uso de la brújula, desarrollando unas cartas náuticas, basadas en cálculos muy precisos. Estas cartas náuticas, son las llamadas Portulanas o mapas Portulanos y describen las rutas marítimas, las costas y sus relieves, así como mareas, vientos, la toponimia, la orientación y trazado de los rumbos. Las primeras cartas Portulanas aparecen en Génova, Venecia y Palma de Mallorca. Durante el siglo XIV hay dos tipos de cartas Portulanas, uno sobrio desarrollado por las escuelas cartográficas italianas y otro más esmerado e ilustrado de la escuela catalano-mallorquina y viene a culminar en el Atlas Catalán de los Cresques. La escuela cartográfica de Cresques, fue capitaneada por dos cartógrafos judíos, padre e hijo, Abraham Cresques y Jehuda Cresques, cuya autoría del célebre atlas catalán, se les atribuye. Fue una de las escuelas más importantes de la Baja Edad Media. 




 


Entramos en el Renacimiento en pleno siglo XV, donde se aprecia una cartografía fructífera y preciosista. Aunque los Portulanos siguen permaneciendo hasta el siglo XVII, en esa época se incidió en los mapamundis circulares, representando el globo terráqueo y la esfericidad de la tierra, mostrando su incidencia en el Atlántico, mostrando las rutas marítimas de comercio de las costas occidentales de Europa y África. Durante el reinado de João I (1385-1433) aparece la Escuela Cartográfica de Sagres, cuya aportación personal estuvo comandada por Enrique I “El navegante” (Oporto, 4 de marzo de 1394 - Sagres, 13 de noviembre de 1460), Infante de Portugal y primer duque de Viseu. El 25 de Mayo de 1420, fue nombrado Gran Maestre de la Orden  de Cristo, que sucedió a la Orden del Temple, cargo que ostentó hasta su muerte. Se rodeó de los mejores sabios, cartógrafos, navegantes etc, alentando las navegaciones exploratorias a lo largo de la costa occidental de África. Entre las colaboraciones destaca la Escuela Cartográfica de Cresques, antes mencionada. Por la misma época cabe destacar, las cartografías de los hermanos Colón y Juan de la Cosa, que acompañó a Cristóbal Colón en su expedición, como maestre de la “Santa María".

Otra escuela cartográfica importante que surge en el siglo XVI, es la escuela francesa de Dieppe, famosa por sus mapamundis o cartas de Dieppe. Tuvieron una colaboración con la escuela portuguesa, que se plasma claramente en las inscripciones en ese idioma de sus cartas. Tienen una característica común estos mapas y es la presencia de la Rosa de los vientos. En ellos se aprecia los intentos de los franceses por conquistar Canadá y de los españoles por la conquista de Perú. Muy importante la aportación en el siglo XVI de Gerard Kremer, más conocido como Gerardus Mercator (5 de marzo de 1512 – 2 de diciembre de 1594), un matemático, astrónomo y geógrafo que ideó la proyección cartográfica cilíndrica para elaborar planos terrestres. Fue el primero que ideó la concepción de la tierra como un globo hinchable introduciéndolo en un cilindro, imprimiendo en la cara exterior el mapa, lo que se conoce hoy en día como los globos terráqueos. Así mismo utilizó la palabra atlas para definir a un conjunto de mapas. Fue amigo y compañero del también cartógrafo Abrahan Ortelius , que en 1570 publicó por primera vez su obra más importante, el Theatrum Orbis Terrarum. En España en el siglo XVI la escuela de Sevilla produjo el mapa de Américo Vespucio que dio nombre al Nuevo Continente. Mención destacada en lo referente al enigmático mapa del almirante turco Piris Reis, fechado en 1513 y el que se conserva solo un fragmento de lo que podría haber sido un mapamundi, está elaborado en cuero de gacela. El siglo XVI fue prolífico en expediciones y descubrimientos. 






Hacia la segunda mitad del siglo XVI en adelante, tomaron protagonismo las cosmografías, que fueron las precursoras de los grandes atlas.  Las cosmografías eran libros extensamente documentados que abordaban disciplinas en diversos campos, como la astronomía, matemáticas, geometría, geografía, historia etc. La primera cosmografía la publicó en 1507 Martín Waldseemüller. En el siglo XVII evolucionan los cartógrafos extranjeros, para realizar las representaciones de la Península Ibérica ya que la participación de los españoles era escasa, destaca en este campo el cartógrafo  Willen Janszoon Blaeu (1571, Uitgeest or Alkmaar – 21 de octubre, 1638, Ámsterdam), cuyos hijos Joan Blaeu y Cornelius Blaeu, continuaron su obra a su muerte.  El observatorio de París en el año 1667, que es el más activo en esa época, tiene como meta elaborar el mapa topográfico de Francia. Aunque sería en el siglo XVIII, el siglo de oro para la cartografía española, ya en el XVII se crean los centros científicos y de enseñanza como la Real Academia de Guardamarinas de Cádiz o la Real Academia de Matemáticas de Barcelona y se fundan el Observatorio de Cádiz y el de Madrid. Destaca el trabajo cartográfico de Tomás López, realizando el Atlas Geográfico de España de 1804, donde sus hijos recogen los principales mapas realizados en el siglo anterior. También realizó uno de los atlas escolares más antiguos, formado por 27 mapas.






El siglo XIX, fue un período crucial para la cartografía, solo Francia disponía de un mapa topográfico y la utilidad militar de dichos mapas, era evidente. Esa necesidad da paso a la cartografía militar. Para ello se funda en septiembre de 1870 el Instituto Geográfico y Estadístico bajo la dirección del general Ibáñez de Íbero, cuya principal misión es la realización del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000. El auge de los adelantos técnicos, permite ya en el siglo XX la cartografía obtenida por medios aéreos, desarrollándose en el I Guerra Mundial y perfeccionándose en la Segunda Guerra Mundial. El lanzamiento de satélites, también permitió más exactitud a la hora de elaborar cartas más precisas. Los Estados Unidos, lanzaron en 1966 el satélite Pageos y continuaron en la década de 1970 con los tres satélites Landsat. Desde 1991, los datos que envían los satélites de radar europeos ERS1 y ERS2 es almacenada y analizada.  En la actualidad son los sistemas  GIS (Sistemas de Información Geográfica), los que combinan, bases de datos, estadísticas e imágenes. Son de gran utilidad ya que entre otras aplicaciones, están disponibles en Internet, en calidad 3D.

ENLACES DE INTERÉS:


Geografía de Ptolomeo

http://dpg.lib.berkeley.edu/webdb/dsheh/heh_brf?Description=&CallNumber=HM+1092 


Cosmografía de Martín Waldseemüller

 http://lcweb2.loc.gov/cgi-bin/ampage?collId=rbc3&fileName=rbc0001_2008thacher16176page.db

 

Geografía de Willem Janszoon Blaeu.

http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/03699515344605573332268/index.htm 


FONDOS CARTOGRÁFICOS DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL. ESPAÑA. SIGLOS XVI-XIX

http://www2.ign.es/fondoscartograficos/