jueves, 18 de julio de 2013

EL TEMPLE EN EL SIGLO XVIII




Tras la abolición de la Orden del Temple y el embargo de sus bienes en 1312 en el Concilio de Vienne, mediante las  Bulas “VOX IN ECELSO”, “AD PROVIDAM” y “CONSIDERANTES DUDUM” del Papa Clemente V, las posesiones de la orden templaria formaron parte del reparto entre varias ordenes, los Hospitalarios y las ordenes de Calatrava y Montesa, estas últimas bajo el manto del Cister. Para que no recayesen todos los bienes del temple en una sola orden internacional, como eran los Hospitalarios, el Rey Jaime II entabló negociaciones con el papado, para crear una orden militar en el reino de Valencia, cuyos objetivos serían la protección de las fronteras y la lucha contra los musulmanes. Así pues mediante una bula del Papa Juan XXII, el 10 de Julio de 1317 se promulgó la fundación de la orden, pero no fue instituida hasta el 22 de Julio de 1319, tomando el nombre de Santa María de Montesa, antes conocida como Santa María de Montereal. Fue en el año 1400 cuando se anexionaron a la orden de Montesa, los bienes de la orden de San Jorge de Alfama, fundada en 1201 por Pedro de Aragón, dando como resultado su denominación completa que es “Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama”. Su naturaleza en cuanto a dependencia jurídica, nunca ha sido explicada con claridad, ya que dependía de la Orden de Calatrava y del Monasterio de “Les Santes Creus” en Tarragona. Como se vislumbra en esta pequeña introducción, su ambigüedad en lo que respecta a su creación y dependencia, tiene la solera de su predecesora templaria, a la que heredaron.

 


No solo el patrimonio del la orden del Temple fue transferido a la orden de Montesa si no que, el capital humano también. Se suele rehuir este hecho y es que bajo el auspicio de Montesa, fueron acogidos hermanos templarios. Pero lejos de lo que se supone, no fue en calidad de darles asilo y dejar que concluyesen sus vidas en un monasterio, si no que su papel, como veremos, fue relevante y continuado. Aunque es explícita la ausencia de documentación que demuestre que los templarios tuvieron una presencia relevante después de su abolición, es así mismo patente el interés de borrar toda huella que indique su continuidad, más allá de esa fatal decisión. Pero tal omisión no supone un obstáculo para quién busca afanosamente una respuesta a tal silencio.

 


Un hecho luctuoso se cernió sobre la Villa de Montesa el 23 de Marzo de 1748 Según las crónicas de la época, ese fatídico día, la Villa de Montesa sufrió un fuerte terremoto, provocando la ruina casi total del castillo y casa conventual de la orden de Montesa. En la relación de víctimas, hay una lista de infortunados entre los que se encuentran diferentes cargos de la orden, como Prior, Clavero, Frey, así como personal de servicio, novicios etc. Fallecieron entre ellos el Prior de Alfama, el de Vallada y el Prior del convento, Frey D. Joseph Ortells, que no sería nada insólito, si no fuera porque este Prior, es citado en escasos, pero no menos importantes documentos, como Prior del Temple, además de Prior de Montesa. Anteriormente ya hubo otros priores del temple en el siglo XVII, como Pablo Inglés, ya citado en un artículo en este blog y Gregorio Torres. Según estos datos, hay un hecho claro de que el temple siguió renovando sus cargos dentro de la orden de Montesa, desde que se les dio “cobijo” con posterioridad a su extinción. No hay lugar a la duda en afirmar que los cargos están perfectamente denominados y que se hace distinción, en el caso que nos ocupa de Frey D. Joseph Ortells, entre orden de Montesa y del Temple. Si fue abolida dicha orden, no tendría razón de ser que un religioso de Montesa, ostentase el título de Prior del Temple y menos en el siglo XVIII. Como veremos más adelante, con documentación, gozaba este Prior de alta responsabilidad y consideración ya que el propio Rey le encomendó la tarea de proveer de nuevos hermanos al convento y como también se refleja en otro documento, las pruebas de limpieza de sangre e hidalguía que se les practicaban a todo candidato a ingresar en la orden de Montesa, las efectúan igualmente para renovar el cargo de Prior del Temple.


Pago por el encargo de las pruebas de sangre



Pruebas de limpieza de sangre
 

Si bien es cierto que la orden del Temple poseía una iglesia convento en la ciudad de Valencia, existente hoy en día, tras la abolición perdieron esta propiedad al igual que todo lo demás. Esta iglesia fue completamente remodelada entre los años 1761 y 1770 por mandato de Carlos III, para albergar a los caballeros de la Orden de Montesa tras el terremoto acaecido como se ha dicho en 1748, como vemos pasaron varios años hasta que se instalaron en la nueva ubicación y fue a partir de su establecimiento en ese convento cuando, si en alguna ocasión se hace alusión a algún Prior de la Orden de Montesa, sin olvidar su rango en dicha orden, se le añade la ubicación de “Prior del Palacio del Temple”, que es muy distinto a la denominación “Prior del Temple”, que indica un cargo y una orden específica.

Como se puede observar en la Bula de Clemente XIII y más allá de la retórica propia de su tiempo, en esencia explica, como ha de quedar consolidada la jerarquía del Prior en el nuevo convento de Montesa (Antiguo palacio del Temple) y manifiesta que el anterior cargo de Prior del Temple (Joseph Ortells, fallecido en el terremoto) y que se dirige a él como Prior del Priorato del Temple, deje de tener vigencia y que en resumen, el actual cargo sea, Prior del Palacio del Temple. Y en este punto reitero que, no ha lugar a referirse al Prior del Temple, ya fallecido y más explícitamente, del Priorato del Temple, que engloba todas las posesiones, si ya se les desposeyó de tales bienes y de la misma orden en 1307.






Esta aclaración la veo necesaria para apaciguar apetitos suspicaces. Para una servidora queda más que claro, pero siempre está abierta la posibilidad de rebatir, ampliar, debatir, etc estas y otras cuestiones, por lo que aconsejo que para avanzar… ¡INVESTIGAR!.