jueves, 24 de mayo de 2012

LOS ORIGENES DEL MUSEO DEL LOUVRE








En los terrenos en los que se asienta hoy el museo del Louvre, había una fortaleza construida por Felipe II, por el año 1190, después se demolió por Francisco I  que estaba en el poder y se construyó un palacio renacentista. Quiero destacar un detalle y es que, Felipe II, estuvo implicado en la persecución de los cataros y también tuvo intensas rivalidades con la familia Plantagenet, o sea que como digo en la cara oculta del temple, la familia Plantagenet es una de las dinastías asociadas al grial. También este monarca Felipe Augusto (Felipe II) estuvo en la tercera cruzada de Palestina, puso de manifiesto su disconformidad de cómo se estaba llevando la ocupación, con esta familia de los Plantagenet. 










También tuvo disputas con Juan sin Tierra, quién asaltó París y destruyó su archivo, obligando al monarca a reconstruirlo. Entonces de esta somera exposición, se desprende que el Louvre no está puesto ahí por mero capricho y por comodidad ya que el patio cerrado en el que se alberga, quedó así, después de construir el palacio y expropiando manzanas enteras de edificaciones, si no que tiene relación con el temple, indiscutiblemente y que todo cuanto escarbemos en una u otra dirección, por muy inconexa que nos parezca, siempre acabaremos desembocando en el mismo mar. Es la línea roja que portan los templarios, la línea tanto de sangre como del conocimiento que porta esa sangre. Sangre real, conocimiento sagrado, solo digno de transmitirse por familias privilegiadas. Todo es más sencillo de lo que parece, aunque se pierdan las pesquisas en los afluentes de un mismo río, no hay que demorarse en las ramificaciones, si no seguir el río, para llegar cuanto antes a la desembocadura, si no te arriesgas a perderte entre los meandros y quizás te atores en el decurso fluvial y no puedas terminar como se debe.






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